Lo confirmó la agente de prensa del músico. Había sufrido un ACV y estaba internado en coma farmacológico. Su camino, su legado. También fue plomero y empleados de limpieza en una morgue.
Fue el desenlace tan temido, el único más trágico, y peor, que la noticia que conmocionó a músicos y fans hace casi 20 días, cuando se supo que Willy Crook había sufrido un ACV. Murió este domingo, a los 55 años.
¡Justo él! Willy, el querido Willy, el extrañable saxofonista de los Redonditos de Ricota, el impulsor del funk en Argentina con sus populares Funky Torinos, el hombre del eterno juego de palabras en su boca, el hombre de la sonrisa franca, el cinismo y la picardía permanente.
Este domingo, pocos minutos después de las 15, su jefa de prensa (Paula Alberti) hizo el anuncio: “Con todo el dolor del mundo, despido a mi querido Willy Crook de este lugar de la tierra. Sé perfectamente que seguirás vivo a través de tu música y tantas anécdotas y vivencias. Gracias por tus enseñanzas, humor y sabiduría. Adiós Sr. Funk”.
Willy Crook fue un invitado habitual de los grandes del rock y referente del funk en la Argentina. Supo hacer, tambi+en, su propio camino. Foto Fernando de la Orden
Hasta el momento no hay detalles sobre la despedida y el entierro, que será decidido por su madre.
Willy Crook era su nombre artístico hace 40 años, pero en su documento figuraba Eduardo Guillermo Pantano. Nació el 28 de agosto de 1965 y se crió en Villa Gesell. Su ingreso a la escena del rock local fue rutilante: saxofonista de Memphis la Blusera y, luego, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, un puesto que se ganó por su entusiasmo desbordante y su capacidad para sumarse a las rondas de Fernet, además de su por entonces rudimentarios conocimientos musicales.
Fue apadrinado por la banda y con ellos ganó experiencia en vivo y en grabaciones de discos hoy legendarios, como Gulp! y Oktubre. Entró con 18 años y se fue a los 22.
A partir de ahí, Willy inició un camino único en el rock local, transformándose de ocasional saxofonista a líder de banda, un proceso que le demandó una década. Primero pasó por el Riff de Pappo con Jaf, la última etapa de Los Abuelos de la Nada y hasta un disco independiente de Mimilocos.
Hasta estuvo en algún momento por Los Encargados y Los Fabulosos Cadillacs.
Rock and roll, pop, tecno… todo le interesaba y se prendía en todas.
En Europa: de plomero a limpiador de una morgue
Antes del cambio de década, Willy Crook puso rumbo a España y fue pionero de una camada de músicos argentinos que probaron suerte en la Madre Patria.
Allá se sumó a Lions in Love, con Daniel Melingo, Stefanie Ringes y Guillermo Piccolini, una banda de culto que logró unir acid-jazz con el mundo del rock. Según contó Willy, “Melingo fue el que me abrió la jaula”.
Por supuesto que el exilio también tuvo épocas duras, donde Willy se animó al oficio de plomero, colocador de piso y hasta hizo limpieza en una morgue.
Sus aventuras por el mundo incluyeron un paso por París, donde tocó en los subtes y hasta recolectó uvas en la vendimia.
Y del rock de sus comienzos al funk de su fama de los años ’90 hubo un paso previo por el soul, un estilo que amó con pasión, mencionando y musicalizando a menudo a clásicos como Otis Reddng, Marvin Gaye y Al Green.
“Esa negritud se me fue instalando a raíz de ir buscando e investigando en esa música”, dijo.
Con tanta música en su cabeza, Willy volvió a la Argentina decidido a liderar un grupo propio. El puntapié inicial fue presentar su álbum solista Big Bombo Mamma y el eventual armado de The Funky Torinos, un seleccionado de músicos que lograron sumarse al súbito furor local por el blues, el soul y el funk.
Esa banda amplió su popularidad y llegó a llenar teatros céntricos como el Coliseo, en 1999. Incansable, llegó a lanzar un disco en vivo y una edición simultánea de versiones y cintas tecnos casi experimentales (Versiones y Crük). También fue telonero de visitas de renombre, como David Bowie, James Brown, Echo & The Bunneyman, Alvin Lee y Gotan Project.
Un grande en silencio: cuando se fue a Europa trabajó de lo que fuera. Hasta fue recolector de uvas en un viñedo. Willy Crook. Foto: Julieta Gómez Bidondo
Casi sin proponérselo, propulsado por su carisma y ganas de ser querido por todos, Willy logró convertirse en una marca en sí mismo. Incursionó en la radio, tuvo una columna en la revista La Mano, escribió una autobiografía (la recomendable Memorias improbables) y justo en estos meses estaba preparando una retrospectiva en vivo de sus discos en Capital e interior del país. De hecho, hace muy pocas semanas se presentó en Córdoba.
Pero el fatídico 8 de junio lo derribó un ACV, fue internado inicialmente en una unidad de terapia intensiva, y luego trasladado a una unidad especializada en accidentes cerebrovasculares. Hoy es todo tristeza y desazón, mientras su música seguirá brillando y lo mantendrá siempre vivo.