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Espectaculo

A los 64 años murió José Luis Telecher, el creador de Carozo y Narizota

  • Titiritero devenido productor televisivo de las famosos muñecos infantiles, también creó al conejo Pepe Pompín.

A los 64 años murió José Luis Telecher, titiritero que marcó la televisión infantil con sus creaciones como los entrañables Carozo y Narizota, que participaron de numerosos ciclos de Carlitos Balá o las Trillizas de Oro e incluso programas propios.

La noticia se supo con un mensaje que sus propias criaturas le dedicaron en redes. “A nuestro creador y padre, José Telecher, descanse en paz”, se posteó, por caso, en la cuenta oficial de Pepe Pompín, el conejo que también surgió de la imaginación de Telecher.

Fabricante de esqueletos de alambre y corazones de tela, Telecher fue las manos gestantes de Carozo y Narizota y de Pepe Pompín. Por casi 50 años fue el alma y la tracción de Carozo, el que manejaba sus movimientos, mientras su hermana Patricia propulsaba a Narizota.

El “Gepetto” argentino le contaba el año pasado a Clarín, que hacía tres años que, para una performance en el teatro Picadilly, le había sacado la naftalina a sus muñecos que supieron ser furor en la TV de los 80 y 90.

“Ojalá lleguen a explotar otra vez, hay que encontrar el lugar, algunos consideran que ‘ya fue’, pero presiento que en algún momento van a volver a ser queridos como antes”, soñaba Telecher entonces, sobre el destino su dupla ilustre de personajes que combatían el olvido en un pequeño estudio de Avenida Corrientes y Callao.

Sangre vasco francesa, Telecher llevaba la tele en el apellido “como destino”. Nació en 1959, se crió en Caseros y a los 13 años ya trabajaba detrás de cámaras.

De preadolescente la TV era su tótem. Solía visitar cada semana el viejo canal 11, enamorado del detrás de escena. “Los domingos iba a presenciar el programa El tango del millónme sentaba en la tribuna y soñaba. Veía los tachos, las luces y pensaba ‘cómo me gustaría ser iluminador‘. A los días, observaba las cámaras y soñaba: ‘Cómo me gustaría ser camarógrafo‘. Así me fui enamorando hasta que hablé con una titiritera que hizo de puente”, decía ante Clarín en 2022.

“De cararrota le dije que yo hacía títeres en la escuela, pero era mentira. Me presentó a una productora y a los 15 empecé a a trabajar sin cobrar”, se emocionaba el artista de los muñecos. “Pasó un año y medio hasta que me pagaron”, confesaba. Su primera gran obra artística: una criatura confeccionada con una esponja, Don Sapo. El anfibio irrumpió en 1974 en el programa El Bochinche, que conducía Laura Escalada.

El paso siguiente fue emigrar a Canal 13. Una compañera de su hermana, empleada de una fábrica de abrigos, le obsequió retazos de corderito y la tela tomó forma de perro. De este modo nacieron Cachorro y Felicidad, los canes de Julieta Magaña. El emprendimiento familiar tenía poderosa forma de juego. Con 14 años, recibía la ayuda de su hermana Patricia, de 11 y del hermano menor, de 10. La magia recorrería más estaciones hasta el gran boom de Carozo y Narizota.

Cómo se crearon Carozo y Narizota, la dupla más célebre de Telecher

Carozo surgió tras un paseo por el barrio de Once. José Luis Telecher pasó por una vidriera y quedó hechizado por una tela turquesa importada de estilo peluche. Fue un presentimiento, la sensación de que algo estaba por nacer, sin certeza aún de formas. Por entonces trabajaba en la compañía Marionette y la corazonada lo hizo invertir parte de su ahorro en ese género.

De aquellas puntadas inexplicables que fabricaron lo que le dictaba “un diseño mental” germinó Felipe, como se llamaba en un principio Carozo entre 1976 y 1977. El creador lo usó para un espectáculo infantil y para reflotarlo en pantalla tuvo que cambiarle el nombre.

Narizota era en principio “un monstruo” del laboratorio del Profesor Gabinete. Atentos con el siguiente dato, que golpeará varias mandíbulas: el “animalito” es en verdad una garrapata mutante. La leyenda indica que “tras un experimento, se la bañó en líquidos extraños y se volvió el mismísimo Nari”.

¿Quién es mayor, Carozo o Narizota? El perrito, que estuvo “un año durmiendo a la sombra” cuando a Telecher le llegó el turno del servicio militar obligatorio. En 1977 un productor lo llamó a su casa para preguntar si conservaba al muñeco “bocón, simpático, gracioso” para acompañar en un ciclo a las Trillizas de Oro y a Pipo Pescador.

El comienzo fue con El Verano de los chicos (de lunes a viernes, a las 11 por el 13), con las Trillizas y Pipo Pescador.​ Cuando el trío salió de gira por Europa junto a Julio Iglesias, el programa pasa a llamarse Festival infantil. Los ciclos siguientes fueron La tarde de los chicos (Canal 13), con el Profesor Gabinete (Jorge Paccini) y ya en 1980, el ciclo propio, El show de Carozo y Narizota.

Los monigotes cansados no solo vivían dentro de un estudio, recorrieron el país. Millones de niños escribían su cartita en busca del premio mayor, la visita a las casas para merendar. “Los barrios se alborotaban, visitamos todo capital y el Conurbano y hasta hubo meriendas en la Patagonia. Los años pasaron, pero Carozo y Narizota tienen una edad estimada de ocho años, los congelé ahí, no envejecen. Y siguen siendo vecinos de casa e imaginamos que viven en Flores”.

La voz de Carozo fue suya desde el principio, con una pausa de un año en la que lo relevó el actor Jorge Paccini.

La técnica de José Luis Telecher

Creció con dos series británicas que fueron determinantes en su cerebro de artista: El capitán Marte y el XL5, una ficción de marionetas electrónica sobre la tripulación de una nave espacial y sus viajes aventureros, y Supercar, la historia de un vehículo especial encargado de diversas misiones (también con técnica de marionetas).

Ese combo más la influencia de Los Muppets y su creador Jim Henson, se combinó con lo nacional (El Topo Gigio, Petete). Todo ese paisaje desarrolló un imaginario y lo animó a un arte propio que perfeccionó con el hacer, sin estudio de especialización.

Hijo de un empleado de taller de bobinado de motores, “Don Tele” intentó vincularse “a lo mecánico” pero entendió que lo suyo era “lo artesanal”. En 1990, armó una valija con rumbo a los Estados Unidos, donde vivió durante tres años, y trasladó su oficio a la cadena Telemundo.

En cualquier latitud, pudo mantener “el secreto”, que la cámara “esquivara” a los manejadores del títere, casi contorsionistas desde el piso. También logró desmenuzar su propia psicología respecto a sus personajes y cómo exorcizó a través de ellos ciertos aspectos íntimos. “Me psicoanalicé muchos años. Yo sufría de asma, me costaba respirar. ¿Y cómo se llama el personaje? Narizota”, reía ante este diario.

Pepe Pompín, el otro entrañable personaje de Telecher

El primo hermano del dúo, el conejo Pompín, tuvo un nacimiento fascinante antes de 2000: “Apareció de una tela que sobraba”, relataba Telecher, fascinado con el episodio. “Mi hermano se fue a los Estados Unidos y me pidió fabricar un extraterrestre amarillo. Compré tela, me sobró y de eso salió un conejo”, narró.

Pepe Pompín, un muñeco que fue parte de varios ciclos de TV, otra de las creaciones de Telecher.Pepe Pompín, un muñeco que fue parte de varios ciclos de TV, otra de las creaciones de Telecher.

El mamífero color sol que triunfó con Víctor Hugo Morales en Desayuno -y saltó a AM junto a Verónica Lozano y Leo Montero- siguió vigente gracias a Socios del espectáculo (Rodrigo Lussich y Adrián Pallares, por El Trece).

Telecher no tuvo hijos, pero sentía que dio vida de otro modo. “Estos muñecos son como mis chicos”, admitía con una estimación de 600 “monstruitos” en su prolífico haber. Y dejaba un legado: “Veo un pedazo de algo y digo: esto puede ser un gusano. Sueño con una escuela propia que no deje morir el oficio”.

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