Según un nuevo estudio científico, las regiones del mundo que aún no han sufrido una ola de calor fuera de lo normal son las que deberían preocuparnos.
El calentamiento global está haciendo que el tiempo peligrosamente caluroso sea más común y más extremo en todos los continentes.
Un nuevo estudio realizado por investigadores en el Reino Unido adopta un criterio único para identificar qué lugares corren el mayor riesgo.
Unas mujeres compran sombreros para protegerse del sol en Sevilla el 26 de abril de 2023 mientras España se prepara para una temprana ola de calor. (Foto de CRISTINA QUICLER / AFP)
Cuando el mercurio se eleva, las comunidades pueden sufrir por diversas razones:
porque nadie va a ver que estén bien las personas de edad avanzada que viven solas, porque los pobres no tienen aire acondicionado, porque los trabajadores no tienen muchas opciones, excepto trabajar arduamente en exteriores.
El nuevo estudio se centra en una simple razón por la cual las sociedades podrían ser en especial vulnerables a una ola de calor extrema:
porque no han estado expuestas a una antes.
Ya sea calor, inundaciones o epidemias de enfermedades, las sociedades están equipadas, en general, para manejar solo el desastre más grave que han experimentado en la memoria reciente.
Dann Mitchell, un científico climático en la Universidad de Bristol en Inglaterra y uno de los autores del estudio, comentó que justo después de una catástrofe, las personas y los encargados de formular políticas están hiperconscientes de los riesgos y de cómo responder.
Agregó: “Y entonces, conforme pasan los años, de alguna manera te olvidas y ya no te molesta tanto”.
Mitchell y sus colegas observaron las temperaturas máximas diarias en todo el mundo entre 1959 y 2021 y descubrieron que las regiones que cubren el 31 por ciento de la superficie terrestre experimentaron un calor tan extraordinario que, estadísticamente, no debió haber ocurrido.
El estudio argumenta que estos lugares ahora están preparados en cierto grado para futuras rachas severas de calor.
No obstante, todavía existen muchas áreas que, solo por suerte, aún no han experimentado tal calor extremo.
Así que podrían no estar tan preparadas.
Según el estudio, dichas áreas incluyen lugares desarrollados económicamente como Alemania, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo, además de la región de China alrededor de Beijing.
Sin embargo, también incluyen países en desarrollo como Afganistán, Guatemala, Honduras y Papúa Nueva Guinea, que es más probable que carezca de recursos para mantener a salvo a la gente.
Otras zonas que están en riesgo particular incluyen al extremo oriente ruso, el noroeste de Argentina y parte del noreste de Australia.
El estudio se publicó el martes en la revista científica Nature Communications.
¿Por qué esto es importante?
En 2021, una ola de calor en el noroeste del Pacífico hizo pedazos los récords locales por márgenes sorprendentes.
Cientos de personas en Washington y Oregón murieron tal vez debido al calor.
Los cultivos se estropearon.
Un incendio forestal destruyó la población de Lytton, en la Columbia Británica canadiense.
El estudio nuevo muestra que las rachas de calor que están fueran del rango de la plausabilidad estadística han ocurrido por todo el mundo durante las últimas décadas.
Esto indica que podrían suceder de nuevo, en cualquier lugar, aunque no todas serán tan descomunales como la reciente del noroeste del Pacífico.
El cambio climático causado por el hombre no ayuda.
A medida que el planeta se calienta, el rango de temperaturas posibles que muchos sitios pueden experimentar está aumentando.
El calor abrasador que alguna vez se habría considerado como inusual se está volviendo más probable.
No obstante, el tiempo siempre ha tenido grandes variaciones y los eventos más excepcionales son los que, por definición, la gente no ha experimentado con mucha frecuencia.
Karen A. McKinnon, una profesora adjunta de Estadística y Ambiente en la Universidad de California, en Los Ángeles, mencionó que las sociedades deberían permanecer “humildes” ante todos los extremos climáticos que pueden surgir.
McKinnon, quien no estuvo involucrada en el estudio, afirmó:
“Con frecuencia, ni siquiera estamos preparados para ese nivel básico de variabilidad”.
Comprende el panorama general
El estudio solo observa temperaturas máximas, las cuales no son el único factor que puede hacer que las olas de calor sean devastadoras.
La humedad también es importante, así como lo son las temperaturas sofocantes durante la noche, que eliminan las oportunidades para que las personas se refresquen de las condiciones diurnas agobiantes.
En general, el alivio del calor (en la forma de, por ejemplo, vegetación o espacios climatizados) es menos accesible para los pobres que para los ricos.
Incluso en lugares que ya han experimentado olas de calor históricas, muchos residentes podrían todavía fracasar en prepararse para extremos futuros debido a que las condiciones promedio permanecen, en gran medida, templadas.
En una investigación publicada el año pasado, McKinnon mostró que, en el noroeste del Pacífico, temperaturas muy altas durante el verano ocurrieron con mayor frecuencia de la que uno esperaría dado el clima templado habitual de la región.