También Johnson & Johnson dijo que la presentaría, globalmente, a un precio fijo y accesible que no comporte ganancia. Ejecutivos de la empresa farmacéutica, junto con otros de Moderna, Merck y Pfizer, participaron de una audiencia en el Comité de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes de Estados Unidos
Al menos una vacuna contra el COVID-19 —pero quizá algunas, en plural— estará lista a comienzos de 2021, y entre las dos más promisorias, la de la Universidad de Oxford contará con una producción, a cargo de AstraZeneca, de 2.000 millones de dosis sin fines de lucro: esos fueron las revelaciones más importantes que se realizaron en una audiencia virtual ante el Congreso de los Estados Unidos, en la que participaron ejecutivos de AstraZeneca, Moderna, Johnson & Johnson, Pfizer y Merck.
También Johnson & Johnson se comprometió a presentar al mercado un producto accesible para la mayoría de las naciones y las personas: tendrá un mismo precio global para su vacuna, más allá de las diferencias de ganancias de sus otros productos en distintos territorios. Estimó que, para los Estados Unidos, haría 400.000 dosis.
Tanto AstraZeneca como Johnson & Johnson recibieron fondos del gobierno: respectivamente, USD 1.200 millones por 300 millones de dosis y USD 500 millones. Solo Moderna, la tercera compañía que lo hizo, por un total de USD 536 millones, dijo que no la venderá al costo. Hasta ahora los Estados Unidos dispusieron de casi USD 2.300 millones para el esfuerzo de encontrar una vacuna.
Los principales laboratorios en la búsqueda de la vacuna contra el COVID-19 hicieron un resumen de sus investigaciones y planes en videoconferencia con el Comité de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes, cuyo Subcomité de Supervisión e Investigaciones preside Diana DeGette, demócrata de Colorado. Si bien algunos de sus miembros preguntaron reiteradamente sobre la posibilidad de conseguirla antes de que termine 2020, ninguno de los representantes de las compañías farmacéuticas quisieron comprometerse a eso debido a la necesidad de garantizar la seguridad de cualquier forma de inmunización.
Pfizer no aceptó esos recursos los recursos gubernamentales precisamente para acelerar su investigación, argumentó John Young, director de negocios del laboratorio. “Quisimos tener la capacidad de avanzar hacia los ensayos clínicos de nuestra candidata tan rápido como nos resultara posible”, dijo. “El precio que podremos a nuestra potencial vacuna será acorde a la emergencia global sanitaria que enfrentamos. Una vacuna pierde sentido si la gente no puede pagarla”.
Macaya Douoguih, de Johnson & Johnson, agregó que es posible “acelerar el desarrollo de la vacuna y asegurar la seguridad” a la vez. “Confiamos en que todos aquellos que participan en la respuesta a la pandemia de COVID-19 están dedicados a desarrollar soluciones lo más rápidamente posible, y las múltiples tecnologías de vacunas que se están empleando permiten diversos ritmos de desarrollo en diferentes fases”.
La representante de Merck, Julie Gerberding, dijo que “no se tomarán atajos de seguridad” en las dos candidatas que investiga la compañía y que “la velocidad es importante, pero no vamos a comprometer la eficacia, la calidad y sobre todo la seguridad científicas, a pesar del sentimiento de urgencia que todos tenemos”. Gerberding brindó los datos menos optimistas: “No sólo no queda mucha capacidad [de fabricación de vacunas] disponible, sino que no siempre se puede pasar con facilidad de hacer una vacuna a hacer otra”. Y para cubrir la demanda que presenta el coronavirus la industria global necesita “aproximadamente el doble de su capacidad de producción actual”.
Todos los laboratorios aseguraron que sus productos tendrán una eficacia de al menos el 50%, que es el umbral fijado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) para todas las vacunas en general, y que se aplicará también a la que combata el SARS-CoV-2. También todos aseguraron que ofrecerán garantías de seguridad.
Stephen Hoge, presidente de Moderna, además de reiterar la importancia que tiene para su compañía (que prueba una plataforma de vacuna novedosa, basada en el ARN del virus, su material genético), detalló que se hicieron acuerdos con un fabricante suizo que tiene oficinas en los Estados Unidos y otros países del mundo a fin de lograr una capacidad de manufactura superior a los 500 millones de dosis.
Moderna presentó los primeros resultados de su ensayo clínico una semana antes de la audiencia ante el comité de representantes: su producto demostró la capacidad de crear anticuerpos. Poco después Oxford y AstraZeneca mostraron resultados similares: además de anticuerpos, su vacuna estimulaba los linfocitos T, claves para la memoria de la inmunidad. Moderna espera ser el primero que llegue a la fase 3 de los ensayos clínicos, a finales de julio.
AstraZeneca, que también se encuentra en la fase 2, estuvo representada por su vicepresidente ejecutivo, Menelas Pangalos, quien dijo que espera tener datos de la etapa final de la fase 2 o quizá de comienzos de la 3 hacia octubre. “Tenemos la intención de brindar acceso amplio a esta terapia, si se aprueba o se autoriza para uso de emergencia, en los Estados Unidos y en todo el mundo”.
La manera de lograrlo sería con una producción inicial de 2.000 millones de dosis sin fines de lucro, que se fabricarían a partir de una cadena de suministros global que ya está estableciendo. Y la manera de llevar adelante la vacunación sería mediante los acuerdos que la empresa británico-sueca ha firmado con los Estados Unidos, otros países y varias organizaciones internacionales. “El costo de las dosis de la vacuna según esos acuerdos no dará ganancias a AstraZeneca”, dijo.
Douoguih dijo que Johnson & Johnson, comprometido a fabricar una vacuna accesible, la pondría a disposición de la ciudadanía “sobre una base sin fines de lucro, para uso de emergencia por la pandemia”. Para establecer el precio solicitará la comprobación de auditores exteriores. Ese valor se aplicará en todos los países del mundo, más allá de que algunos suelan ser más rentables y otros menos para otros productos. Sus ensayos en humanos comenzarán en julio y, si se comprueban los resultados positivos, espera llegar a la fase 3 en septiembre.
Merck, que posee el record de mayor rapidez en el desarrollo de una vacuna —cuatro años para lanzar en 1967 su inmunización contra las paperas—, también tiene experiencia como para saber que a veces las cosas no salen como se espera. “Si se demuestra que los enfoques desarrollados por otros son superiores a los que persigue Merck, trabajaremos para apoyar esos esfuerzos en beneficio de la salud mundial”, dijo Gerberding.
Aunque el laboratorio recibió USD 38 millones de fondos gubernamentales, su ejecutiva no dijo nada sobre la cuestión del precio. En cambio, señaló la importancia de que la población esté bien informada, en alusión muy indirecta al movimiento anti-vacunas. “Necesitamos comenzar ya a generar confianza en las nuevas vacunas y a enfrentar los crecientes niveles de desinformación en lo que respecta a la pandemia. Estamos consternados por la continua diseminación de información que es errónea o engañosa”.
Hoge, de Moderna, coincidió en que existe “un déficit de confianza” y que será necesario “un esfuerzo amplio” para asegurar que las vacunas contra el coronavirus, una vez aprobadas, sean de adopción masiva. Douoghih, de Johnson & Johnson, agregó: “La reticencia a las vacunas es un reto mayor a medida que pasa el tiempo, y ciertamente existirá para la del COVID-19. “La divulgación, las discusiones y los materiales educativos tienen que ocurrir ahora”.
Pfizer, que invirtió USD 1.000 millones de fondos propios en la vacuna, trabaja en cuatro candidatas, asociado a la compañía alemana BioNTech. “Estamos en una posición única, con el conocimiento y la experiencia, la capacidad de fabricación y los recursos financieros para contar con el potencial de completar una vacuna”, dijo Young. Dos de sus candidatas han recibido permiso de la FDA para acelerar las pruebas y se espera que entren en fase 2 a fines de julio.
Si todos los ensayos progresan adecuadamente, Pfizer podría producir 1.300 millones de dosis, a nivel global, en 2021. Young fue el único ejecutivo que se aventuró a hablar de un producto listo antes del fin de 2020: si todo saliera perfectamente bien y en octubre o noviembre pudiera pedir el permiso de las autoridades sanitarias, podría tener hasta 100 millones de dosis en diciembre. “Tengo gran confianza en que nuestra industria puede prevalecer en el resultado final de nuestra batalla contra el COVID-19, en que la ciencia va a triunfar”, concluyó.