Maria Elena y Flavia Montes, hijas de la mujer, fueron quienes la encontraron muerta en la tarde del 12 de mayo en su casa de calle Belgrano al 700. Como en Godoy no hay casos de coronavirus, la cuarentena ahí se había flexibilizado y Raquel pasaba sus días entre la casa de sus hijas y la suya. En la mañana de ese martes había estado en lo de su hija María Elena y había regresado por la tarde a su casa para ver la novela.
“Cerca de las 7 llegó mi hermana a la casa y yo llegué minutos después. Nos encontramos con que mi mamá estaba tirada muerta, su remera estaba levantada, se veía que tenía rasguños en la panza y en la ingle, heridas visibles y un golpe en la cara que parecía ser de una trompada”, contó Flavia a minutouno.com.
Llamaron al médico de cabecera de Raquel, el Dr. Escudero, quien minutos más tarde revisó el cuerpo y por los hematomas se negó a firmar el acta de defunción y les sugirió que llamen a la policía. “Cuando vio los golpes me dijo que llame porque no parecía una muerte natural”, recordó Flavia. La policía se comunicó con la Fiscalía de Villa Constitución, a cargo de Eugenia Lascialandare, y con el Gabinete Técnico Criminalístico de la Agencia de Investigación Criminal de Rosario. La víctima fue trasladada al Instituto Médico Legal de Rosario para que se le realice la autopsia.
La forma en que encontraron el cuerpo y la escena despertó enseguida la sospecha de las hijas de Raquel. Al lado del cuerpo había un palo, de un secador de piso, que estaba partido en 3 pedazos y un perchero de madera roto. Además de que su ropa estaba desarreglada, sus zapatillas estaban a punto de salirse, como si alguien hubiera querido quitarlas. Sin embargo, la prueba que terminó de convencer a su familia de que se trataba de un femicidio y que puso en el centro de la escena como autor del hecho a Horacio O., un vecino que la acosaba a la mujer y a quien habían denunciado en una ocasión, fue un ticket de rapipago del pago de un servicio de ese mismo día que pertenecía al hombre, que estaba en una bolsa de plástico a metros de donde yacía la mujer.
Según contó Flavia, el acoso y abuso sexual de Horacio O. a su mamá se originó por lo menos hace un año. “Ella empezó a decirme reiteradamente que se metía en su casa, que la manoseaba, le pedía que se saque la ropa, la pellizcaba, la mordía, que tenía miedo. Me dio su nombre y me pedía que hiciéramos algo”, recordó.
Alertada de la situación, Flavia – que vivía a 3 casas de su madre- habló con los vecinos para que estuvieran pendientes de la situación mientras que ella trabajaba. Un domingo de febrero, la mujer de la casa de enfrente a Raquel llegó corriendo al negocio de Flavia y le dijo que escuchaban gritos y golpes que provenían de lo de su mamá. Cuando ella llegó, encontró a Horacio O. saliendo de la vivienda y a su mamá en el living con la ropa desarreglada en medio un ataque de angustia, llorando y gritando que él la iba a matar. Hicieron la denuncia en la comisaría Nº12. El hombre estuvo sólo 10 días alejado de Raquel y luego regresó a merodear la casa.
La denuncia fue derivada a la fiscalía de Villa Constitución y el pasado 17 Marzo cuando citaron a Flavia para que la ratifique, por complicaciones en el trabajo no pudo asistir. Le aseguraron que volverían a llamarla pero pronto el país entró en el aislamiento social, preventivo y obligatorio, y las justicia comenzó a demorar los tiempos. Flavia contó a este medio que con lo que vivió su madre empezó a enterarse de varias historias de mujeres, e inclusive menores de edad, que fueron víctimas del acoso de Horacio O. Una de ellas, que hoy tiene 23 años, fue citada ahora por la justicia y frente a la Fiscal relató una situación de acoso por parte del hombre cuando ella tenía 10 años.
A la espera de una determinación judicial
La familia de Raquel se encuentra hoy esperando que la fiscalía convoque a declarar a Horacio O. “Es el principal sospechoso pero la justicia dice que no tiene pruebas concretas todavía para llamarlo. Están esperando los resultados de la autopsia patológica para definir si lo detienen. Mientras, él está en su casa con una impunidad tremenda. Vive a metros de mi hermana, de vez en cuando sale y la provoca, le grita cosas. Ella está muerta de miedo porque vive al lado de un asesino y tiene una hija de 4 años”, dijo Flavia.
La Unidad Fiscal de Villa Constitución aguarda una ampliación de los informes periciales que certifiquen la posibilidad de un crimen. La causa por el momento está caratulada como “muerte dudosa”. Desde la Fiscalía Regional 2ª de Rosario, informaron a Diario El Sur que la primera autopsia que se hizo “indica que no presenta signos de violencia externa o golpes que puedan generar fallecimiento” y que se solicitaron “exámenes anatopatológicos para determinar fehacientemente la causa de fallecimiento”. Su resultado puede tardar varias semanas.
En relación a la posibilidad de que se trate de un femicidio, el informe de la fiscalía dice que “por el momento no hay indicios que indiquen femicidio, hay medidas en curso para dilucidar esta situación. Por los datos recabados al momento no hay indicios”.
En tanto, para las hijas de Raquel y varios de sus vecinos no hay dudas. Varios ya declararon en la causa. Uno de ellos contó que la vio cerca de las 17 del día que falleció tomando sol en la vereda, otro que vio a Horacio O. lastimado y una amiga de Raquel que ella le había confesado del miedo que sentía de que él la matara. La empleada que atiende el único rapipago de Gadoy ratificó además en sede judicial que ese día él había ido a pagar el servicio horas antes de que encontraran muerta a Raquel.
“Lo que pasó con mi mamá fue la crónica de una muerte anunciada. La vecina que declaró en la causa me dijo llorando que mi mamá le decía todos los días que la iba a matar. Otros vecinos declararon lo mismo, me llama la atención que nadie fue a tomarle la declaración Hay gente que dice que lo vio lastimado. Las propias hijas dicen que está lastimado porque se cayó de la bici, lo encubren”, dijo Flavia.
Además, piden que se chequeen las cámaras de seguridad en el trayecto que va del rapipago a la casa de Raquel. “Entendemos los tiempos de la justicia y que el hombre es mayor de 70 años, y tal vez no vaya preso, pero siendo el único sospechoso no debería estar acá a dos casa de lo de mi hermana, que también es una víctima. Tenemos miedo y no queremos que la historia de mi mamá se repita. No puede haber un femicida suelto en nuestro pueblo”.