El sector expresó su preocupación por el creciente volumen de indumentaria proveniente de China y por los escasos controles a los que esos productos son sometidos
La industria textil atraviesa una crisis profunda a raíz de la apertura importadora, donde China aparece como el principal proveedor. El sector muestra preocupación por el crecimiento acelerado de las compras a ese país y alerta por la posible pérdida de los 500.000 puestos de trabajo que componen la cadena de valor.
“La desregulación del régimen courier, la flexibilización aduanera y la falta de controles sobre plataformas digitales abrieron una puerta que China aprovechó como ningún otro país. Hoy, el gigante asiático no solo domina más del 70% del mercado textil importado, sino que también está desplazando la producción nacional y el trabajo argentino”, aseguró la Fundación Pro Tejer.
Según su informe, la indumentaria china está ingresando al país sin certificaciones de calidad, sin valores de referencia, sin etiquetas, sin trazabilidad y sin pagar impuestos, lo que le otorga ventajas imposibles de igualar para cualquier fabricante argentino.
La entidad advierte que el efecto no es simplemente una oferta de ropa más barata: detrás de estos ingresos, sostenidos por FOB históricamente bajos, se multiplican “las fábricas que cierran, los talleres que quedan a oscuras, los comercios que dejan de vender y los empleos que se pierden en silencio, sin que las personas desplazadas puedan reinsertarse”.
La indumentaria china está ingresando al país sin certificaciones de calidad, dice Pro Tejer (Imagen Ilustrativa Infobae)
Para Pro Tejer, no solo está en juego la producción nacional, sino que también se erosiona la red comercial local y se pone en riesgo una cadena de valor que sostiene a más de 500.000 trabajadores en todo el país.
Cabe mencionar que según el último dato del Indec, la producción textil cayó 24% interanual en octubre, lo que constituye la mayor baja del mes. Le sigue la fabricación de prendas de vestir, cuero y calzado, con un rojo de 15,1%.
Sucede que en solo tres años, China pasó de explicar poco más de la mitad de los despachos de importación textil en Argentina a representar 7 de cada 10 prendas que ingresan al país.
Más en detalle, entre enero y octubre de 2024 y el mismo período de 2025, las importaciones de origen chino crecieron 109%, mientras que el promedio general lo hizo un 89%.
Por categorías específicas, en tejidos de punto, por ejemplo, China explica 94% del total ingresado al país en 2025; en indumentaria, 71%; y en confecciones terminadas, 68%.
Este fenómeno tiene una explicación doble. “Por un lado, se explica por el desmantelamiento y falta de aplicación de regulaciones comerciales que funcionaban como mecanismos lógicos de protección del comercio leal, todas normas avaladas por la OMC. Se eliminaron herramientas como la declaración jurada de composición del producto, los valores criterio de importación (clave para prevenir subfacturación), los controles sobre etiquetado y talles, se flexibilizó el régimen de dumping y se siguen postergando las regulaciones de sustancias nocivas en productos textiles”, indicó Pro Tejer.
En tejidos de punto China explica 94% del total ingresado al país en 2025. EFE/Cj Gunther/Archivo
“Estas medidas no frenan el comercio, sino que garantizan transparencia, trazabilidad y competencia con reglas claras. Al desaparecer, se abrió un canal de ingreso sin controles, algo impensado para cualquier país desarrollado”, sostuvo.
De acuerdo a Pro Tejer, el segundo factor que explica la presión sobre la industria local es el uso masivo del régimen de courier y la irrupción de plataformas digitales chinas que venden directo al consumidor argentino, sin pasar por importadores, distribuidores ni comercios nacionales.
Afirman que plataformas como Shein, AliExpress o Temu ingresan mercadería por vía aérea sin pagar aranceles, aprovechando las flexibilizaciones del sistema puerta a puerta y sin someterse a controles de calidad, composición o sustancias químicas, en un esquema que originalmente fue diseñado para envíos personales y de bajo valor.
A esto, señala la entidad, se suma un elemento determinante: los subsidios estatales chinos al envío internacional, a través de programas como ePacket y China Post, que reducen de manera drástica los costos logísticos y permiten ofrecer precios finales más bajos que las propias materias primas utilizadas en la producción nacional, incluso incorporando los fletes internacionales.
¿Argentina a contramano del mundo?
Por otra parte, Pro Tejer resaltó que “la trayectoria delultrafast fashionno es un fenómeno aislado. Es parte de una nueva arquitectura global que combina plataformas digitales, algoritmos, producción masiva, logística instantánea y vacíos regulatorios”.
“Mientras que los países desarrollados avanzan para fiscalizar, regular e incluso sancionar este modelo, Argentina peligrosamente recorre el camino inverso: flexibiliza controles y elimina exigencias”, consideró.
Por caso, Francia aprobó en junio una ley pionera contra la moda ultrarrápida, que establece un ecoimpuesto por prenda: arrancará en 2026 con 5 euros y trepará a 10 euros en 2030.
Francia aprobó en junio una ley pionera contra la moda ultrarrápida. REUTERS/Dado Ruvic/Illustration/File Photo
La norma también exige exhibir un eco-score ambiental con datos de trazabilidad y ciclo de vida del producto, y prohíbe la publicidad del ultrafast fashion desde 2026, incluyendo redes sociales e influencers.
La Comisión Europea, por su parte, debate eliminar la exención impositiva a los envíos de bajo valor, que hoy funciona como puerta de entrada para millones de paquetes de moda provenientes de China.
El paquete de medidas en discusión incluye una tasa por envío extracomunitario para financiar controles aduaneros reforzados y la creación de un sistema específico de vigilancia para compras realizadas en plataformas digitales, con obligaciones de registro fiscal, trazabilidad, certificación de origen y responsabilidad compartida entre vendedor y plataforma.
En Estados Unidos, el gobierno federal tomó en agosto de 2025 una decisión histórica: eliminó la exención conocida como minimis, que permitía el ingreso sin aranceles de productos de menos de 800 dólares. Desde entonces, todo paquete, sin importar su valor, debe pagar impuestos, pasar por controles aduaneros formales y acreditar origen y composición.
México avanzó en la misma dirección. Desde agosto aplica un gravamen del 33,5% a los envíos de plataformas digitales provenientes de países sin acuerdo comercial —como China— que antes ingresaban bajo un régimen simplificado. Además, exige a esas empresas registrarse ante la autoridad fiscal, pagar impuestos y declarar un domicilio fiscal en el país.