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Ciencia

Científicos hicieron un hallazgo sorprendente en el centro de la Tierra

A partir del análisis de ondas sísmicas encontraron un núcleo interno más profundo y de composición sólida.

El núcleo interno de la Tierra parece albergar un secreto íntimo.

Los libros de texto de geología incluyen casi inevitablemente un diagrama seccionado de la Tierra que muestra cuatro capas claramente delineadas: una fina capa exterior de roca sobre la que vivimos conocida como corteza; el manto, donde las rocas fluyen como un líquido extremadamente viscoso, impulsando el movimiento de los continentes y el levantamiento de las montañas; un núcleo externo líquido de hierro y níquel que genera el campo magnético del planeta; y un núcleo interno sólido.

Analizando el entrecruzamiento de ondas sísmicas procedentes de grandes terremotos, dos científicos australianos afirman que existe una capa claramente distinta en el centro mismo de la Tierra. “Ahora hemos confirmado la existencia de un núcleo interno más profundo“, declaró uno de los científicos, Hrvoje Tkalcic, profesor de geofísica de la Universidad Nacional Australiana de Canberra.

Tkalcic y Thanh-Son Pham, investigador postdoctoral, calculan que el núcleo más interno tiene unos 800 kilómetros de ancho; el núcleo interno completo tiene unos 1.500 kilómetros de ancho. Sus conclusiones se publicaron la semana pasada en la revista Nature Communications.

Aunque el diagrama parece mostrar divisiones bien definidas, los conocimientos sobre el interior profundo de la Tierra son inevitablemente difusos. Hay casi 6.000 kilómetros hasta el centro de la Tierra y es imposible perforar más de unos pocos kilómetros en la corteza. La mayor parte de lo que se sabe sobre lo que hay debajo procede de las ondas sísmicas, las vibraciones de los terremotos que viajan a través y alrededor del planeta. Son como un sonograma gigante de la Tierra.

El núcleo interno sólido tiene unos 800 kilómetros de ancho. Foto Universidad Nacional Australiana de CanberraEl núcleo interno sólido tiene unos 800 kilómetros de ancho. Foto Universidad Nacional Australiana de Canberra

Dos sismólogos de la Universidad de Harvard, Miaki Ishii y Adam Dziewonski, propusieron por primera vez en 2002 la idea del núcleo interno más interno, basándose en las peculiaridades de la velocidad de las ondas sísmicas que atraviesan el núcleo interno. Los científicos ya sabían que la velocidad de las ondas sísmicas que atravesaban esta parte de la Tierra no era siempre la misma. Las ondas viajaban más rápido cuando iban de polo a polo a lo largo del eje de la Tierra y más lento cuando viajaban perpendicularmente al eje. Los geólogos creen que la diferencia de velocidades -un 3% más rápidas en las trayectorias polares- se debe a la alineación de los cristales de hierro en el núcleo interno.

Pero en una pequeña región del centro, las ondas más lentas eran las que viajaban en un ángulo de 45 grados respecto del eje, en lugar de 90 grados, según los sismólogos de Harvard.

Los datos eran demasiado escasos para convencer a todos.

Las mejores mediciones serían las ondas sísmicas que viajan desde el origen de un terremoto directamente hacia el interior de la Tierra y a través del núcleo más interno. Sin embargo, para detectarlas suele ser necesario un sismómetro situado casi exactamente al otro lado de la Tierra, y ese punto está en medio del océano.

El nuevo trabajo aprovecha que las ondas sísmicas también rebotan. Así, un sismómetro cercano al epicentro podría detectar el reflejo de la onda que viajó a través de la Tierra y rebotó, pasando dos veces por el núcleo más interno. También podrían reflejarse una segunda vez, viajando a través del núcleo más interno cuatro veces.

En los últimos años se han desplegado multitud de sismómetros, especialmente en Estados Unidos. La combinación de señales procedentes de múltiples instrumentos permitió detectar las débiles reflexiones resultantes de terremotos de magnitud 6 o superior. “Procesamos 200 eventos y descubrimos que 16 de ellos presentaban estas ondas de rebote”, explica Tkalcic.

En el caso de un terremoto en las Islas Salomón en 2017, los sismómetros situados fortuitamente al otro lado del planeta detectaron ondas que viajaron cinco veces a través del núcleo más interno.

En palabras de George Helffrich, del Instituto de Ciencias de la Vida Terrestre del Instituto de Tecnología de Tokio (Japón), que no participó en la investigación, “los felicitamos por haber descubierto observaciones que otros estudios podrían utilizar para desentrañar las perplejidades de la estructura del núcleo interno”.

No parece haber ninguna diferencia significativa en la composición entre las partes externa e interna del núcleo interno, y la transición parece gradual y no brusca.

Vernon Cormier, catedrático de Física de la Universidad de Connecticut que no participó en la investigación, afirma que esto podría indicar algún cambio en el pasado antiguo de la Tierra. El núcleo interno es bastante joven en términos geológicos: las estimaciones oscilan entre 600 y 1.000 millones de años, según Cormier. Se trata de una fracción de los 4.500 millones de años de historia del planeta, y la estructura del núcleo sólido parece compleja. En enero, otros científicos informaron que la velocidad de giro del núcleo interno cambia.

“La razón por la que se estudia la estructura del núcleo interno es que se intenta relacionarla con el campo magnético de la Tierra“, explica Cormier. “La gente intenta buscar algún cambio en el campo magnético de la Tierra que pueda haberse producido al mismo tiempo que el cambio en la cristalización del núcleo interno”.

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