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Claudio Turco García y la vuelta a la fama con MasterChef: “La droga tiene tres caminos que son la cárcel, el hospital y el cementerio; yo elegí salir”

Jugó en Huracán y Racing, entre otros. Fue bicampeón de la Copa América. Así y todo, admite que nunca vivió un momento de tanta popularidad como ahora, que llegó a la televisión con el popular reality de la cocina.

Nació en Villa Fiorito durante la década del sesenta, les hizo un gol a los ingleses y metió otro con la mano vestido de celeste y blanco. Si se tratara de Clue, el popular juego de detectives y misterio, descubrir al personaje detrás de la escena sería muy fácil con estas pistas. Sin embargo, no se trata de Diego Armando Maradona. Como el astro del fútbol mundial que murió en este noviembre negro, Claudio Omar García, el Turco, reúne todas estas referencias. También, una mucho más oscura.

“¿Sabés que tenés razón? Jaja… Eso es lo más cerca que estuve de parecerme a Diego. Y por el tema que todos saben, la adicción y el tema de los hijos, jaja”, dice el Turco -apodo que lo acompaña desde su etapa de futbolista y hoy conserva en su explosión popular a partir de Masterchef-, quien por estas horas admitió que tiene un hijo de una relación extramatrimonial.

Aquel delantero potente, encarador, asistidor, que brilló en los ochenta y los noventa, experimenta una fama inesperada desde que se incorporó al programa de cocina que rompe ratings en la televisión argentina. Jugó en Huracán, Vélez, Olympique de Lyon, Racing, Colón, All Boys, Independiente Rivadavia hasta retirarse en el Real Jaén CF de España en el comienzo del siglo XXI. Fue bicampeón de la Copa América con la Selección Argentina. No obstante, nunca fue tan reconocido como en estos tiempos.

La cocina, su nuevo hábitat. "En mi puta vida (sic) había prendido una hornalla", dice el Turco.

La cocina, su nuevo hábitat. “En mi puta vida (sic) había prendido una hornalla”, dice el Turco.

“Me está pasando algo que no me sucedió ni cuando jugaba en la Selección. Chicos de cinco años, adolescentes, señoras de mi edad… Todos me saludan, me piden fotos. Con los pibes parezco Piñón fijo. Soy un agradecido de la vida de que a los 57 años me esté pasando esto, justo en un momento tan nefasto para la humanidad. Muchos la pasan mal y yo tuve estos meses de felicidad, ¡qué injusta es la vida! Fue un año de mierda, pero a mí me está yendo bárbaro. No lo puedo creer”, reconoce mano a mano con Clarín.

-¿Habías cocinado alguna vez en tu vida?

-En mi puta vida (sic) prendí una hornalla. Compraba milanesas hechas y las freía. Yo iba a bailar con Sofi Macaggi en el Bailando, pero no se terminó de arreglar. Entonces, me llama Solcito para MasterChef. Me preguntó: “¿Sabés cocinar?”. Y yo le contesté: “No”. Ahí mismo, manotea el teléfono mi mujer. Yo les dije que no me quería ir el primer programa, pero la primera vez hice molleja con caviar, creí que era mermelada. Y el domingo, cuando me fui, tuve una despedida que hubiera querido tener en el fútbol. Me gusta que la gente conozca a Claudio García humano, no al jugador.

-¿Qué fue lo que más te sorprendió desde que arrancaste el programa?

-Los nenes de 4 o 5 años, que me decían: “Turco, no te vayas a ir que me voy a poner a llorar”. Me mandaban videos llorando. Yo les digo que estoy contento, que me divertí mucho, no sé qué explicarles. En Twitter tenía 20 mil seguidores; hoy, 380 mil. Mi hijo que sabe de redes no lo puede creer.

-El domingo dijiste en el prime time, cuando quedaste eliminado del concurso: “Hace 15 años era un muerto en vida”. Y te largaste a llorar. ¿Qué imagen se te cruzó por la cabeza en ese momento?

-No es que era un muerto en vida. Hace 15 años estaba esperando morirme. Mi señora hizo un esfuerzo enorme. Me dijo: “Yo te voy a recuperar como persona, quiero que los chicos vean un padre, no que vean una persona enferma”. Fueron años de lucha, de bancarme, de seguirme, todo esto se lo debo a Mariela. Yo estaba enfermo, no quería escuchar a nadie y ella seguía confiando en mí. Por eso el domingo, cuando miramos el programa, lloramos abrazados. “Mirá lo que logramos juntos”, le decía. Y yo quiero que a toda la gente le quede como ejemplo, que sepa que nunca está todo perdido.

-¿Cómo manejaste la adicción?

-Un día dije: “Ya no doy más”. Y me fui a hacer el laser (sic) a Río Cuarto con el doctor (Jorge) Custo. El 11 de febrero de 2008 empecé el tratamiento psicólogo en Villa María. Día a día, la gente me iba viendo mejor, yo me veía bien y tenía motivación. No tuve una recaída, que a veces sirve para comparar lo bueno y lo malo. Llevo 13 años sin consumir. La verdad es que estoy feliz, disfruto a mis seis hijos, a mis siete nietos y a la gente. Yo primero quise salir por mí. Si no te querés vos como persona, ¿a quién podés querer?

El Turco García y su mujer, Mariela Prieto. Foto: Instagram

El Turco García y su mujer, Mariela Prieto. Foto: Instagram

-¿Tuviste suerte? Muchos quedan en el camino.

-Yo creo que más que suerte, tuve voluntad y mucho amor propio. Y darme cuenta que estaba enfermo, que me estaba muriendo. La droga, generalmente, tiene tres caminos: cárcel, hospital y cementerio. Hay un cuarto, que es el que tomé yo, salir de ella.

-¿Te preguntaste por qué caíste en la droga?

-Nunca… Fue una boludez. Por ahí, cuando dejé el fútbol, todos los días eran iguales. Pero no es una excusa. ¿Cuánta gente se queda sin trabajo y sin plata? Yo estaba bien económicamente, pero me sentía vacío, sin compromisos… Cuando veo a algún chico le digo “no pruebes” porque después se hace muy difícil salir.

-Das charlas para chicos y adolescentes, ¿es una forma de lavar culpas?

-No, culpa no tengo. Lo hago para ayudar, para que la gente pueda salir.

Con Diego. Maradona y el Turco García nacieron en Fiorito y fueron grandes amigos.

Con Diego. Maradona y el Turco García nacieron en Fiorito y fueron grandes amigos.

-Naciste en Fiorito, fuiste amigo de Diego, ¿por qué nunca jugaron juntos?

-Sólo jugué con él un amistoso en Recife con la Selección. Y lo llevé a Racing en el 95. Me llevo los mejores recuerdos, estuve muy cerca suyo. Cuando la gente del fútbol se fue de su lado, se cayó. Últimamente, estaba secuestrado, nadie lo podía ver, es algo que no termino de entender. A Diego lo mató no seguir jugueteando con el balón, no poder hacer jueguito. Eso, sumado a la pandemia… La verdad, todos esperábamos esto, antes decíamos que se iba a morir, pero pasó y no lo podemos creer.

-¿Nunca se cruzaron en el barrio de chiquitos?

-No, porque era tres años más grande que yo. Los lunes no había entrenamientos. Entonces, jugábamos el domingo y nos íbamos a los boliches. A Diego lo conocí cuando íbamos a bailar aunque, si me preguntan, yo digo que fue en una iglesia.

El Globo, el club de sus amores. El Turco es hincha de Huracán, pero está dolido porque no lo llamaron para trabajar.

El Globo, el club de sus amores. El Turco es hincha de Huracán, pero está dolido porque no lo llamaron para trabajar.

¿Cómo estás viviendo el duelo?

-La verdad, recién ahora estoy cayendo. Estaba en la Casa Rosada y Dalmita me decía: “No lo puedo creer”. Yo pensaba: “Ahora levanta la tapa y sale caminando”. Diego unió camisetas, religiones, la gente pasaba y decía frente al cajón: “Gracias por acordarte de los pobres”. Era humilde, generoso… Te hablo del Diego que conocí yo porque últimamente era otro Diego. No era el que estaba con nosotros en la cancha. Sufría dolores, estaba en un playroom cuando podía tener una casa bien acondicionada. No sé por qué no tuvo una ambulancia, no había un desfibrilador… Desde que dejó de verlo la banda del 86 cambió todo.

-¿Sentís que lo abandonaron, que no tuvo las mismas oportunidades que vos?

-Y… Es difícil decir eso. Diego era muy testarudo. Él estaba enojado conmigo. A Diego le tenías que decir que una pared era azul por más que fuera negra. Yo no tenía ningún temor en decirle la verdad. Yo lo quería ayudar. Si no te dejás o no te dejan, se hace difícil.

-¿Hablabas con Maradona en el último tiempo?

-Lo vi cuando jugaron Gimnasia-Aldosivi en Mar del Plata, lo tengo grabado en Instagram que me dijo: “Vamos a comer juntos un asado y contamos lindas anécdotas”.

-¿Es cierto que pudiste ser su ayudante de campo en el Mundial de Sudáfrica?

-Hubo algo, él me dijo… Pero, la verdad, se inclinó por (Alejandro) Mancuso. Nunca dije nada, pero él me dio la posibilidad, no quise. Tampoco fue algo muy firme.

El Turco en el clásico. García es un hijo adoptivo de Racing. Aquí, en un cruce con el Luli Ríos en un duelo con Independiente.

El Turco en el clásico. García es un hijo adoptivo de Racing. Aquí, en un cruce con el Luli Ríos en un duelo con Independiente.

-¿Te pusiste a pensar que si no te hubieras enojado con Carlos Bilardo serías campeón del mundo?

-Sí, pero capaz que Argentina no salía campeón porque (Pedro) Pasculli fue convocado en mi lugar y le hizo el gol a Uruguay. Yo sabía que iba a ir al Mundial. Ahora, de grande me puse a pensar en eso. No me había pasado ni cuando salió campeón en el 86. Es una de las pocas cosas de las que me arrepiento. Y de haber agarrado la droga. Después, como a todo, le busqué el lado positivo: por lo mal que la pasé, yo pude ayudar a mucha gente.

El Turco le hizo un gol a Inglaterra en el mítico estadio Wembley. Gary Lineker y David Platt habían marcado para los británicos; García descontó de cabeza y lo empató Darío Franco. Fue en 1991. En Racing, metió un gol con la mano ante Independiente que Javier Castrilli, entonces juez de línea, no vio. Llovía torrencialmente en aquella semifinal de la Supercopa de 1992. Al año siguiente, en otro clásico de Avellaneda, mostró sus calzones como provocación.

-¿Por qué te bajaste los pantalones contra Independiente?

-Porque me estaban puteando. Cantaban: “El Turco se la come, Perico se la da”. Entonces, le dije a Perico (Hugo Pérez) lo que iba a hacer. Esa noche, los de Independiente dejaron la tapa del cajón de un muerto en mi casa, jajaj. Fue todo muy lindo, podrían haber roto algo. Hoy no lo podés hacer con la violencia que hay. Antes era folclore. Se perdió bastante, no hay gente en la cancha y encima está el VAR. Se perdió la picardía.

-En Mendoza le rompiste la mandíbula a un hincha de Independiente, ¿cómo te tratan ahora?

-Me decía falopero. Bajé del micro y lo fajé. Me volvió loco. Soy respetuoso con la gente de Independiente, pero no puedo ir a la cancha de ellos.

-Agarraste Defensores Unidos de Zárate tras tu retiro, Independiente Rivadavia, Juventud Pueyrredón y Talleres de Escalada. ¿No tenías pasta de entrenador?

-Quería arrancar de abajo, que es de donde uno aprende mucho más. Ojo que no me fue nada mal. Con el CADU estuvimos cerca de ascender. Con Independiente Rivadavia, también. Con Juventud, que es el equipo de Venado Tuerto, llegamos hasta el Argentino B. Con Talleres no ascendí por dos puntos, contra Riestra y Defensores que tenían una billetera gorda. Me llamó Racing y estoy como captador, pero mi idea es dirigir. Quiero un equipo competitivo, que quiera algo. De Primera Nacional para arriba.

-¿Podés combinar la televisión con el fútbol?

-Tengo propuestas. Telefé me llamó para que haga algo con ellos. Si algún canal me ofrece algo piola, tengo que pensarlo porque ya empiezo a viajar por la Copa América. Soy un agradecido de Gonzalo Belloso y Chiqui Tapia por el lugar que me dieron como embajador de la Conmebol. Estoy esperando el Bailando, jaja… Yo arranqué en Polémica en el Bar. Después, también me gustaría trabajar en El Marginal. Pero como preso, eh. Policía nunca.

-¿Racing te abrió las puertas que otros te cerraron?

-Sí, yo estoy dolido con Huracán. A veces la gente se enoja, pero fue el que me dio la oportunidad. Gracias a Miguel Jiménez, que junto con Víctor Blanco, me hicieron trabajar, soy empleado del club.

-¿Nunca te llamaron de Huracán?

-Jamás. Y no tengo idea por qué. A (René) Houseman tampoco lo trataron como se merecía.

-Dijiste que Huracán fue tu mujer y Racing tu amante. ¿MasterChef qué es en tu vida?

-MasterChef fue el hada madrina o la lámpara de Aladino que me dio un deseo: que me reconozca y haga feliz a la gente. Que este presente no se acabe.

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