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Medio Ambiente

Con ADN y algo de suerte buscan reunir a una elefanta huérfana con su madre

Nania sobrevivió a la separación de su familia de elefantes del bosque en Burkina Faso.

Cuando los habitantes de la aldea la encontraron, la elefanta estaba sola y deshidratada.

Era septiembre de 2017 y este mamífero que deambulaba sin su madre cerca de Boromo, en Burkina Faso, solo tenía dos o tres meses.

“Era pequeñísima”, comentó Céline Sissler-Bienvenu, quien en la actualidad es la directora sénior del programa europeo de respuesta a desastres y reducción de riesgos del Fondo Internacional para el Bienestar de los Animales.

Nania, una elefanta de la selva que solo tenía dos o tres meses cuando los aldeanos la encontraron en 2017, vagando sin madre,. Foto Melanie Mahoney/IFAW vía The New York Times.

Nania, una elefanta de la selva que solo tenía dos o tres meses cuando los aldeanos la encontraron en 2017, vagando sin madre,. Foto Melanie Mahoney/IFAW vía The New York Times.

Sissler-Bienvenu supone que es posible que la elefanta haya sido encontrada uno o dos días después de haberse separado de su familia.

“De otra manera, no habría sobrevivido”.

Muchos elefantes huérfanos no lo consiguen, pero Nania tuvo la ayuda de los habitantes de Boromo y sus alrededores. Foto Melanie Mahoney/IFAW vía The New York Times.

Muchos elefantes huérfanos no lo consiguen, pero Nania tuvo la ayuda de los habitantes de Boromo y sus alrededores. Foto Melanie Mahoney/IFAW vía The New York Times.

Hay muchos elefantes huérfanos que no lo logran, pero con la ayuda de la gente de Boromo y sus alrededores, los conservacionistas internacionales y su mejor amiga, una oveja de color blanco y negro llamada Whisty, la aguerrida elefanta ahora tiene 4 años y sigue desarrollándose.

Los niños de una escuela cercana la bautizaron Nania, o “voluntad”.

Comida preparada para Nania. Foto Melanie Mahoney/IFAW vía The New York Times.

Comida preparada para Nania. Foto Melanie Mahoney/IFAW vía The New York Times.

Llevar a Nania de la primera infancia a la niñez ha significado un trabajo de 24 horas para las personas involucradas.

Y ahora sus rescatistas enfrentan un nuevo desafío: determinar si pueden regresarla a la vida con una manada de elefantes salvajes.

Ese proceso tiene un giro peculiar para Nania.

Así como la tecnología de ADN ha reunido a los huérfanos humanos con sus familias biológicas, este año, pruebas similares revelaron que es probable que la madre de Nania siga deambulando cerca de la ubicación de su cría y que, algún día, Nania quizá pueda unirse no solo a cualquier manada de elefantes, sino a su familia original.

El análisis de ADN también demostró que Nania y sus parientes son elefantes de bosque.

Recogida de estiércol de elefante para realizar pruebas de ADN. Foto Ghislain Somé/IFAW vía The New York Times.

Recogida de estiércol de elefante para realizar pruebas de ADN. Foto Ghislain Somé/IFAW vía The New York Times.

Para quienes trabajan en su protección, este proyecto no solo se trata de rehabilitar a una joven elefanta de bosque, sino de garantizar el futuro de su especie.

A principios de este año, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por su sigla en inglés) reconoció a los elefantes de bosque como una especie independiente a la de los elefantes de la sabana de África, que es más grande y numerosa.

Los cuidadores acompañan a Nania. Foto Melanie Mahoney/IFAW vía The New York Times.

Los cuidadores acompañan a Nania. Foto Melanie Mahoney/IFAW vía The New York Times.

También declaró que estaban en grave peligro de extinción.

“Debido a lo amenazados que están estos animales, cada individuo tiene una gran importancia”, señaló Ben Okita, copresidente del Grupo de Especialistas en Elefantes Africanos de la IUCN con sede en Nairobi.

“Cada individuo es sumamente valioso”.

Cuando se rescatan crías de elefantes huérfanas, casi siempre las encuentran cerca del esqueleto de su madre.

Pero en el caso de Nania, nadie sabía de ningún elefante adulto que hubiera sido asesinado.

Pese a que las madres elefantes son en extremo cuidadosas, por alguna razón la familia de Nania la dejó rezagada; tal vez cuando la elefantita no pudo cruzar el río en la noche.

Los aldeanos que la encontraron en 2017 pidieron ayuda a las autoridades locales de vida silvestre, quienes llevaron a la elefanta a un corral situado afuera de sus instalaciones en Boromo.

Las personas de la localidad recaudaron fondos para comprar leche para Nania.

Una farmacia donó leche en polvo para bebé.

Pero el apetito de la joven elefanta, a diferencia de los fondos de los seres humanos que la apoyaban, era interminable.

Los humanos necesitaban ayuda.

“Les urgía saber cómo manejar a Nania”, explicó Sissler-Bienvenu.

Las autoridades de vida silvestre de Boromo, ciudad que se encuentra unas cuantas horas al suroeste de Uagadugú, la capital de Burkina Faso, se comunicaron con el Fondo Internacional para el Bienestar de los Animales para obtener ayuda y este grupo se hizo cargo del cuidado de la elefanta.

La rehabilitación de un solo elefante huérfano es una tarea bastante ardua.

Las crías jóvenes viven de leche durante dos o tres años, necesitan todavía más tiempo para aprender habilidades y, en algunas zonas, crecer lo suficiente para poder ahuyentar a los leones.

“Cuando nos damos a la tarea de rehabilitar elefantes, en algunos lugares nos estamos comprometiendo a algo que podría implicar 10 o 12 años de trabajo”, explicó Katie Moore, vicepresidenta adjunta de rescate animal en este fondo de protección de animales.

No obstante, la organización vio señales alentadoras para Nania.

Su salud había sido buena y no parecía estar deprimida.

“Pronto decidimos que sí podíamos enfrentar el problema y encontrar una solución” para ayudar a que la elefanta regresara a la vida salvaje, señaló Moore.

Sissler-Bienvenu emitió una ayuda de emergencia para comprar la leche y luego viajó hasta Burkina Faso para conocer a Nania.

Descubrió que la comunidad se había movilizado en torno a la elefanta.

Niños en edad escolar la visitaban todos los días y a veces Nania los perseguía con ganas de jugar.

Se acostumbró al sonido de las motocicletas que pasaban, de los burros y de la gente que gritaba.

A veces irrumpía en las instalaciones de las autoridades de vida silvestre para buscar el lugar donde le preparaban la leche.

“Muy pronto se convirtió en una especie de mascota”, comentó Sissler-Bienvenu.

Sin embargo, toda esa atención humana no iba a ayudarle a Nania a regresar a la vida salvaje.

Necesitaba un hogar donde pudiera aprender a ser un elefante.

En febrero de 2019, se terminó de construir la nueva residencia para Nania dentro de Deux Balés, un parque nacional cercano.

Incluía un establo donde podía pasar la noche y un gran pastizal cercado al que llamaban “boma”.

También su fiel amiga Whisty vive ahí, así como cuatro cuidadores que se quedan con Nania en parejas, una semana cada una.

Moore aseguró que esta constancia es importante.

“En realidad, los cuidadores hacen las veces de una madre sustituta o una tía para estos pequeños elefantes. Los reconfortan”.

Todos los días, Nania pasa al menos de seis a ocho horas deambulando por el parque con sus cuidadores.

Eso le ayuda a trazar un mapa de la naturaleza en su mente y aprender dónde encontrar agua y frutas apetitosas.

Nania también disfruta bañarse en el agua y el lodo.

Además, ya no necesita sus mamaderas de leche; hace más de un año que la destetaron.

Eso significa que está lista para iniciar el proceso de unirse a un grupo de elefantes salvajes.

Pero no hay ningún plan de acción sencillo.

Lo ideal es que un elefante joven como Nania se encuentre con elefantes salvajes cuando está paseando, se sienta a gusto con ellos y finalmente deje el boma para siempre.

“Los elefantes deciden cuándo se van”, comentó Moore.

Ayudar a sobrevivir a un huérfano solitario y regresarlo a la naturaleza puede ser muy importante para poblaciones en peligro de extinción, mencionó Shifra Goldenberg, una ecologista del comportamiento que trabaja para la San Diego Zoo Wildlife Alliance.

Pero el hecho de que los seres humanos los críen también tiene costos para los animales en lo individual, señaló Goldenberg.

“Satisfaces sus necesidades pero ellos no aprenden las cosas de los animales de su propia especie”.

Es posible que Nania tenga la oportunidad no solo de unirse a cualquier familia de elefantes salvajes, sino a la suya.

Solo cerca de 40 elefantes salvajes pasan por Deux Balés.

El equipo del Fondo Internacional para el Bienestar de los Animales creía que tal vez la familia de Nania estuviera entre ellos.

Con el fin de averiguarlo, en 2019, comenzaron a recolectar muestras de excremento de elefante.

En octubre de 2020, enviaron 17 tubos de ensayo a la Universidad de Washington en Seattle.

Ahí, Sam Wasser, un biólogo conservacionista, analiza el ADN de los elefantes en su laboratorio.

Por lo general, las muestras vienen de decomisos de marfil. Wasser y sus colegas secuencian el ADN a partir de pedacitos de cada colmillo para saber dónde habitaban los elefantes cazados de manera ilegal y rastrear a los traficantes de marfil.

Wasser explicó que este puede ser un trabajo muy laborioso.

Poder usar las mismas herramientas para tener la posibilidad de ayudar a que un elefante vivo se reúna con su familia “es una verdadera bocanada de aire fresco”, comentó.

El laboratorio descubrió un resultado asombroso: uno de los elefantes del que se obtuvieron muestras no solo era pariente de Nania, sino que es casi seguro que sea su madre.

“No hay duda de que encontramos a su familia”, afirmó Wasser.

Sissler-Bienvenu estaba fascinada.

“Esperábamos hallar alguna coincidencia con los parientes de Nania”, comentó, pero era un sueño encontrar a su madre. La elefanta había depositado su excremento a unos 200 metros del corral de Nania.

Y puesto que el análisis de ADN mostraba que Nania y su familia eran elefantes de bosque, este descubrimiento se suma a la posible importancia de regresar a Nania a la vida salvaje.

Moore explicó que, aunque rescatar a un solo animal podía representar una gran inversión de recursos, también podía salvar a una especie.

“No me puedo imaginar que no lo intentemos”, afirmó.

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