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Policiales

Condenan a 20 años de prisión al asesino de Chiara Ramírez: “Una sola bala nos mató como familia”

El papá de la joven asesinada a la salida de una fiesta en San Martín está disconforme con la decisión de la Justicia. Habían pedido una pena de 35 años para Alejo Saucedo.

La fiesta era en Villa Hidalgo, José León Suárez. Chiara Nicole Ramírez (19) se decidió a ir a último momento, por invitación de una prima. Cerca de las seis de la mañana del domingo, un grupo local comenzó una discusión con algunos varones del grupo con el que Chiara había llegado. Ella sintió miedo y pidió un remís. Quería volver a su casa. Cuando se subió al auto, un Chevrolet Corsa, recibió un disparo en la nuca. Fue el 19 de septiembre de 2021.

Alejo Joel Saucedo (19) fue condenado a 20 años de prisión por homicidio agravado por el uso de arma de fuego por el Tribunal Oral en la Criminal (TOC) 3 de San Martín. El abogado de la familia Ramírez había pedido una pena de 35 años.

“Nuestra condena es mucho más larga que la de este pibe (por Saucedo). Una sola bala nos mató como familia. A todos. Nos paralizó la vida”, explica a Clarín Pablo (43), papá de Chiara, por teléfono, disconforme con la decisión de la justicia.

Y argumenta: “Mi mujer no pudo volver a trabajar. Mi hija de 18 años no quiso ir más al colegio y le cuesta salir de su habitación. Era la más apegada a Chiara. La de 8 padece depresión. La más chica tiene 3 años. La crió Chiara. Era como su segunda mamá. Desde que me la mataron mi bebé llora sin sentido y le cambió la mirada”.

Chiara cursaba el secundario por la tarde y de mañana se encargaba de los cuidados de la bebé de la familia, mientras sus papás trabajaban como enfermeros domiciliarios. Los Ramírez son del barrio Sarmiento, partido de San Martín. Chiara no era de salir a bailar. Prefería recibir a sus amigas.

Alejo Saucedo (19), condenado por matar de un tiro en la nuca a Chiara Ramírez (19) a la salida de una fiesta en San Martín.Alejo Saucedo (19), condenado por matar de un tiro en la nuca a Chiara Ramírez (19) a la salida de una fiesta en San Martín.

En la fiesta en cuestión hubo cerca de 100 personas. Se organizó en una casa y tocaron distintos DJ. La discusión habría comenzado entre el condenado Saucedo y su compañero Alan Ferreira, de la villa Hidalgo, y dos jóvenes del barrio Corea, de la misma zona. Ferreira estuvo prófugo durante algunos días. Aunque fue liberado a las horas de su detención.

“Hay testigos que afirmaron que Ferreiro y otras personas se pararon frente al auto, impidiéndoles el paso. No lo dejaban avanzar”, aclara Pablo. Es que segundos antes los dos jóvenes de Corea se habían subido al remís que había pedido Chiara. Saucedo disparó al menos dos veces. Una de esas municiones rompió la luneta trasera y dio en la nuca la mujer. Murió a los minutos.

“Fue a un lugar al que no había ido nunca. A un barrio que es tierra de nadie. Quedó en el medio de una pelea entre dos personas que venden drogas”, le dijo a Clarín Rubén Ramírez, tío de Chiara, 24 horas después de su asesinato. Pablo agrega: “Cuatro testigos pidieron no hablar de Alan: ‘sabemos lo que hace. Anda armado, con el tema de las drogas’, dijeron con miedo. Ni siquiera llegó al juicio como imputado. Posiblemente siga matando. Tiene poder, y pueden matar a quien quiera”.

Familiares y amigos de Chiara, en una de las marchas en reclamo de Justicia. Foto Andrés D'EliaFamiliares y amigos de Chiara, en una de las marchas en reclamo de Justicia. Foto Andrés D’Elia

Saucedo se declaró inocente. Incluso, le adjudicó el crimen a otro hombre. A pesar de eso, un primo aseguró haberlo visto disparar. La fiscal Noemí Carreira había solicitado para él una pena de 18 años. No quedó claro porqué no le imputaron las tentativas de homicidio de las otras personas que se encontraban en el remís.

“¿Qué podemos hacer nosotros que somos unos simples enfermeros?”, pregunta y se responde Pablo: “La Policía selecciona qué pruebas y qué testigos llegan a la causa. El Estado no nos defiende. Ni siquiera me pudo garantizar que mi hija fuera a una fiesta… nadie hace nada. La muerte nos rodea. Desde que mataron a Chiara me enteré de varios homicidios más en villa Hidalgo”.

Pablo intentó retomar su trabajo como enfermero. Dice que le fue imposible. “No puedo ayudar a nadie, no estoy en condiciones de apoyar a un paciente. No puedo conmigo mismo. El día a día es dificilísimo”, explica. Si bien, según él, “no puede ayudar a nadie”, siente que un nuevo trabajo lo está ayudando. Es un una Casa de ayuda para adolescentes de San Martín. Aunque hay algo que no puede evitar: ver una adolescente mujer y pensar en Chiara.

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