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Coronavirus

Coronavirus: un pequeño trozo de proteína podría ser el “arma secreta” que lo hace tan infeccioso y virulento

Dos grupos de científicos detectaron que el Covid-19 usa la neuropilina 1 para infectar a más células humanas y con mayor eficacia.

El virus Covid-19 tiene un arma secreta escondida en sus espigas: un pequeño trozo de proteína que le permite adherirse a un segundo receptor muy común en la superficie de las células, además del ya identificado ACE2. Esto le permite ser mucho más infeccioso y virulento que el coronavirus anterior, que apareció en 2003.

Dos equipos independientes de investigadores, uno alemán-finlandés y otro británico, publicaron el hallazgo en la revista británica Science.

“Esto es importante porque podría explicar en parte por qué el virus Covid-19 -llamado SARS-CoV-2– infecta las células humanas con tanta eficacia. Al mismo tiempo, explicar por qué esta epidemia ya ha cobrado más de 1,2 millones de víctimas en el mundo mientras que el de un coronavirus cercano, el SARS-CoV, hizo menos de mil en 2003 ”, subraya Étienne Decroly, virólogo de la Universidad de Aix-Marsella, que no participó en este nuevo trabajo.

El equipo del investigador de Marsella había identificado previamente una secuencia adicional en la proteína de superficie S del virus, que reconoce el receptor de células ACE2.

“Esta secuencia nos atrajo porque permite que la espiga sea cortada por una enzima humana, la furina, y sobre todo, porque se encuentra en otros virus muy patógenos en humanos, como los del sida o el ébola.

Una impresión 3D muestra en primer plano cómo es una proteína espiga de SARS-CoV-2. De fondo, una partícula de virus. Foto EFE

Una impresión 3D muestra en primer plano cómo es una proteína espiga de SARS-CoV-2. De fondo, una partícula de virus. Foto EFE

“Esto es lo que fue muy intrigante”, explica Étienne Decroly.

Lo que los dos equipos revelaron recientemente en la revista Science es que su división en células humanas desenmascararon una nueva extremidad, capaz de unirse a la neuropilina 1, un receptor que se encuentra en la superficie de muchas células del cuerpo.

“Esta doble adaptación a las células humanas hace que el virus sea particularmente infeccioso para nuestra especie”, subraya Étienne Decroly. Los dos equipos también confirmaron el papel decisivo de este nuevo receptor, al demostrar in vitro que, su presencia en la superficie de las células, aumentaba en gran medida su infección por SARS-CoV-2.

Lo más importante es que la neuropilina 1 aumenta las vías de acceso del virus hacia el cuerpo porque está presente en muchos tipos de células. La infección temprana, por ejemplo, de los tejidos del tracto respiratorio superior, como la faringe, puede contribuir significativamente a la propagación del virus en el aire exhalado en la etapa aún presintomática de la enfermedad. Una característica del SARS-Cov-2, que ha contribuyó a la propagación de la pandemia.

Entonces, el virus puede atacar una gama más amplia de células que las del sistema respiratorio. De esta manera el equipo germano-finlandés ha demostrado en pacientes que el virus puede infectar células epiteliales de la nariz y neuronas olfativas. Esta podría ser la causa de la pérdida del olfato, que a menudo caracteriza a la enfermedad.

Además, la fuerte expresión de neuropilina 1 y ACE2 en los vasos sanguíneos puede contribuir a otras dos características patológicas de la infección, que han sorprendido enormemente a los médicos.

La primera es que el SARS-Cov-2 puede, al infectar las células del endotelio, inducir los trastornos vasculares, inflamatorios y de la coagulación, que aparecen en las formas graves de la enfermedad. La segunda es que esta infección también podría permitir que el virus pase, a través de los vasos, hacia los tejidos circundantes de los intestinos, el cerebro, los riñones o el corazón, contribuyendo a las fallas que, a veces, se observan en estos órganos.

“La introducción de una pequeña secuencia en la proteína S hizo que el virus no solo se volviera mucho más capaz de infectar células humanas a través de la neuropilina 1, sino también de reconocer un espectro más amplio de células. Lo que lo convierte en probablemente más patógeno”, concluye Étienne Decroly.

Los efectos facilitadores de esta secuencia ya se conocían en otros virus patógenos, como los de la influenza de Hong Kong o el Ébola. ”Será interesante verificar si la neuropilina 1 también está involucrada en la gravedad de estas enfermedades”, explicó el científico.

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