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Policiales

Crimen en Quilmes: iba a la facultad a rendir un examen y le pegaron con un caño en la cabeza

Carlos Enrique Sánchez Paredes (22) había empezado este año a estudiar Ingeniería en Sistemas en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

Le robaron su mochila y un celular que se había comprado hacía poco tiempo. No hay detenidos. Fue en Bernal Oeste, cerca de la villa Itatí.

Como cada sábado, el joven se levantó temprano y estaba por salir de su casa, en Bernal Oeste, partido de Quilmes, para ir a la facultad. Tenía que tomar primero un colectivo y luego el tren para rendir un examen en la carrera que había empezado este año, Ingeniería en Sistemas, en La Plata. “Te acompaño“, le ofreció su madre. “No, mamá, no te preocupes, voy solo“. Apenas hizo media cuadra que le pegaron con un caño en la cabeza para robarle su mochila y el celular. Murió en el lugar.

La víctima fue Carlos Enrique Sánchez Paredes (22), el más chico de los hijos de Enrique Sánchez Gallo (65) y Maritza Yolanda Paredes Hernández (55), un matrimonio que hace 31 años migró desde la zona de Pacasmayo, al norte de Trujillo, en Perú. El hombre es músico en una banda de cumbia norteña y su esposa es asistente de enfermería, por lo que trabaja a domicilio y también conoce lo que es arrancar el día cuando todavía está oscuro.

Este sábado, “Carlitos”, como le decían sus amigos y familiares, tenía que estar a las 7 para dar un examen en la Facultad de Ingenería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Trabajaba en Tolosa y, además, solía hacer changas como técnico electrónico. Arreglaba computadoras, lavarropas y todo lo vinculado con la electricidad.

Alrededor de las 6, el joven caminaba por la esquina de Montevideo y Falucho, hacia Dardo Rocha, para tomar el colectivo hasta la estación de trenes de Bernal, cuando dos ladrones lo atacaron.

Cada vez que subía al micro, Carlos le avisaba a su madre para indicarle que estaba todo bien. Pero este sábado no llamó y no mandó mensajes. Nunca llegó siquiera a la parada.

Carlos Enrique Sánchez Paredes tenía 22 años. Carlos Enrique Sánchez Paredes tenía 22 años.

El joven vivía en la planta baja de la casa de la calle Falucho al 900, cerca de la villa Itatí, una zona de calles de tierras donde, dicen los vecinos, aumentó la inseguridad y los patrulleros “desaparecieron”. En la planta alta vivían, con sus respectivos maridos, sus dos hermanas: Elizabeth (31) y Andrea (26).

Desesperada, la mujer salió a ver por qué no le respondía y encontró a su hijo agonizando. Estaba tirado en el piso y, a su lado, había un fierro negro, en forma de L en la punta. Tenía sangre en la cabeza y en el caño también había manchas hemáticas.

Llamaron al 911 y a una ambulancia, pero se demoraron tanto que empezaron a gritar pidiendo “ayuda” hasta que un vecino salió. Cargaron al joven en su auto y fueron hasta el hospital de Wilde, donde no pudieron hacer nada por salvarlo.

Los agentes de la comisaría 2da. de Quilmes llegaron a la escena del crimen más de una hora después del hecho. Para entonces, había desaparecido el arma homicida. Se cree que los mismos asesinos fueron hasta el lugar para llevárselo y dificultar su identificación.

“Estoy pidiendo justicia por mi hijo. No tengo abogado, no tengo nada. Que los agarren y no los dejen salir, porque la Justicia no existe. Él es mi vida, señor”, le dijo a Clarín, llorando, la mamá de la víctima.

La fiscal Karina Gallo, de la UFI N° 4 del Departamento Judicial Quilmes, investiga si en el lugar hay cámaras de seguridad, aunque en principio el relevamiento habría dado negativo.

“Esto es tierra de nadie”, se quejó Andrea, hermana de Carlos, tras despedirlo en el cementerio de Ezpeleta. Su mamá contó que el estudiante se había comprado un celular nuevo, marca Motorola, que se llevaron los atacantes junto con la mochila y los documentos. De los asesinos, por ahora, no saben nada.

DD – EMJ

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