El presidente, a quien se le había advertido a bordo del Air Force One que la multitud en el estadio era más pequeña de lo esperado, se quedó atónito, y gritó a los asistentes entre bastidores mientras miraba las interminables filas de asientos azules vacíos en la tribuna superior del estadio, según cuatro personas familiarizadas con lo que ocurrió. Brad Parscale, el director de campaña que había organizado el evento, no estaba presente.
Pence habló justo después de las 6:30 p.m. en Tulsa y luego se fue, la señal para que Trump se pusiera en marcha. Pero hubo un retraso. El subjefe de personal de Trump, Dan Scavino, se asomó por detrás de las cortinas negras para ver los asientos sin ventilador de las primeras filas.
Trump finalmente entró en la arena para una actuación sinuosa en la que acusó a las “falsas noticias” por informar sobre problemas de salud antes de su evento, utilizó un lenguaje racista para describir el coronavirus como la “Gripe Kung” y pasó más de 15 minutos explicando un poco halagador video clip de él descendiendo suavemente por una rampa después de su discurso de inicio en West Point.
Al final de la manifestación, el humor de Trump había mejorado, según los asesores. Pero después de dejar el escenario, el impulso de pelea parecía haberlo abandonado, al menos temporalmente. Al salir del estadio, no estaba gritando. En vez de eso, estaba mas bien callado.
Cuando aterrizó en la Casa Blanca y se alejó del Marine One, su corbata colgaba desatada alrededor de su cuello. Saludó a los reporteros, con una expresión de derrota en su cara, sosteniendo un sombrero de campaña rojo arrugado en una mano.
Exactamente lo que salió mal todavía estaba siendo disecado el domingo. Pero un amplio grupo de asesores y asociados reconocieron entre sí que Trump no había sido capaz de alejar a la opinión pública de los temores sobre la propagación del coronavirus en un espacio interior. Y admitieron que las innumerables encuestas que mostraban la posición erosionada de Trump no eran falsas, y que podría estar en camino de perder contra el ex vicepresidente Joe Biden, el presunto nominado demócrata, en noviembre.