El país está negociando todas las condiciones del programa y esperando un anticipo de los desembolsos.
La número dos del Fondo Monetario Internacional, Gita Gopinath, emprendió esta semana una gira por el Cono Sur, que incluye Chile y Brasil, pero no hizo escala en Argentina, el país que tiene la deuda más grande con el FMI y con el que lleva a cabo estos días una negociación crucial.
La economista estadounidense de origen indio es la primera vicedirectora ejecutiva del organismo y mano derecha de Kristalina Georgieva, la directora gerente. Es la funcionaria que se reunió el mes pasado en Washington con el ministro de Economía Sergio Massa para luego anunciar que renegociarían el programa que la Argentina tiene con el Fondo debido al profundo impacto que la sequía ha causado en el acuerdo original y por la imposibilidad de que se cumpliera con lo pautado.
En este momento, los equipos técnicos del organismo y los de Economía negocian en forma virtual los detalles de este programa “recalibrado”, que busca darle aire al Gobierno para que pueda pagar lo adeudado del préstamo de US$ 50.000 millones otorgado en 2018.
Todas las opciones están sobre la mesa: puede ser que se flexibilicen las metas, que se posterguen vencimientos o que se adelanten los desembolsos previstos hasta fin de año. En este último caso llegarían unos US$ 10.000 millones para fortalecer las reservas en medio de la incertidumbre de la campaña electoral y cuando la inflación se desborda.
Por eso, más allá de que el organismo quiera permanecer prescindente de los vaivenes políticos y electorales de la Argentina, las negociaciones actuales marcarán la cancha en el futuro y hacen que el Fondo sea parte de la conversación de la campaña presidencial.
En este contexto, Gopinath visita a los vecinos, sin escala en Buenos Aires. No es raro que la funcionaria evite la Argentina en este momento tan sensible. El FMI está hoy en el centro de la escena de nuestro país: muchos lo ven como tabla de salvación inevitable en este período, un ordenador para una economía caótica, mientras que otros lo perciben como un agente externo que impondrá reglas que pueden dañar a la población.
De hecho, mientras Gopinath sobrevolaba la zona, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner lanzó una serie de tuits criticando el acuerdo original firmado el 2018 por el gobierno de Mauricio Macri.
Gopinath viajó primero a Santiago, donde se reunió con la titular del Banco Central Rosanna Costa y el ministro de Finanzas Mario Marcel con quien conversó sobre las perspectivas económicas de Chile. Luego mantuvo un encuentro con estudiantes de la Universidad de Chile sobre cambio climático, inteligencia artificial y lo que los economistas habían aprendido sobre la pandemia.
Luego cruzó hacia Brasil, donde participó de la Conferencia anual del Banco Central brasileño y dio una disertación sobre los desafíos de la inflación en los países emergentes. Luego se reunió con el ministro de Economía de Lula da Silva, Fernando Haddad con quien conversó sobre la “agenda estratégica” de los brasileños sobre una economía inclusiva, sostenible y “verde”.
Consultado por Clarín, Martín Castellano, jefe de Investigación en América latina del Institute of International Finance, dijo en Washington que los viajes como el de Gopinath “tienen fines institucionales e incluso incluyen actividades cuasi académicas que se programan con mucha antelación. No se trata de misiones para negociar programas o líneas de financiamiento, las cuales requieren otro tipo de infraestructura en términos de recursos y acompañamiento técnico. Por lo tanto, la ‘no visita’ a Buenos Aires no debe tomarse de modo alguno como un contratiempo”.
Sin embargo, señala que “hubiese sido raro hacer la visita a la Argentina en este momento. Incluso más allá del tema electoral, que obviamente siempre complica la negociación”.
También entiende que el Fondo puede despertar resquemores en ciertos sectores de la sociedad argentina. “Es un tema sensible para ambas partes, pero además estas visitas generalmente implican llegar con un equipo técnico y quedarse varios días y las encabeza el jefe de misión, por lo que claramente este viaje no era una buena oportunidad, más allá de que tal vez haya pasado por el espacio aéreo argentino”.
Sobre la importancia de las negociaciones, Castellano señala que “la seguía y la acumulación de distorsiones de la política económica dejaron una brecha de financiamiento externo que nosotros estimamos en unos $14.000 millones este año. Dados los vencimientos de deuda que se aproximan, la fragilidad del mercado cambiario y la falta de liquidez en dólares del Banco Central las negociaciones para ajustar el cronograma de desembolsos y vencimientos del programa con el FMI son clave”.
Añade que “sin embargo, cualquier modificación del cronograma implica tomar adicionalmente un conjunto de medidas correctivas fiscales, monetarias y cambiarias para lograr alguna mejora en expectativas que permita una estabilización un poco más duradera. Ponerse de acuerdo en esta otra parte, particularmente en un año electoral, es lo que resulta más complejo. El objetivo es transitar el periodo electoral con cierta calma y llegar a diciembre, cuando la próxima administración seguramente tendrá que encarar una nueva renegociación del acuerdo en el marco de un programa de estabilización”.
Massa está apurado por sellar el nuevo programa no solo para frenar la inflación sino porque de eso depende sus esperanzas de una candidatura presidencial. Él tiene buena sintonía con la influyente Gopinath –a quien llama por su nombre de pila— pero no la ha podido ver desde aquella reunión en Washington.
El ministro tenía previsto resolver el tema en dos semanas, pero el tiempo se extiende y no hay novedades. Cuando días atrás anunció nuevas medidas para frenar la inflación dijo que acelerarían la negociación con el Fondo. Pero por ahora, más allá de las esperanzas del tigrense, no hay novedades de un posible cierre y las conversaciones continúan por Zoom.