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Habla el hincha de Boca que lloró porque no pudo entrar al Maracaná: quiere hacerle juicio a la Conmebol

  • Su nombre es Mauro, es pintor de casas y viajó a Brasil con entrada.

La aventura de Boca en Río de Janeiro terminó de la peor manera: una derrota ante Fluminense en el Maracaná que significó el sueño derrumbado de la séptima Copa Libertadores de la historia. Sin embargo, lo más triste del sábado 4 no fue el gol de John Kennedy que liquidó el partido. Miles de hinchas argentinos no pudieran entrar a la cancha, fueron reprimidos por la policía y se tuvieron que volver a casa con una amargura extra a cuestas.

Fue una semana lamentable de la Conmebol en términos organizativos y, lo que es más grave, nadie pareció tomar nota ni pidió disculpas por las situaciones vergonzosas que atravesó el público de Boca que viajó hasta Brasil y armó una fiesta inolvidable en las playas cariocas. El afán comercial por montar una final “europea” a partido único en sede neutral, algo que se viene repitiendo desde 2019, chocó con la realidad en forma categórica: se registraron episodios de violencia, robos e incidentes de todo tipo.

Eso sí, ninguno conmovió tanto como la imagen de los boquenses, grandes y chicos, llorando frente a las puertas cerradas del Maracaná y contra los palos, gases y sables de las fuerzas policiales. Dentro del Maracaná, la pelota rodaba con butacas vacías, destinadas para ellos. Mauro Oriolo fue uno de los que estuvo allí, y sus lágrimas con el partido ya en juego, retratadas por una cámara de TyC Sports y el periodista Tato Aguilera, sirven de testimonio: que esto no pase nunca más.

Mauro es pintor de casas, un laburante de 35 años que vive en el barrio de Mataderos, en la Ciudad de Buenos Aires, hincha y socio de Boca, de los tantos que una vez que pudieron comprar su entrada para el Maracaná comenzaron a hacer cuentas para tratar de bancarse el viaje hasta Río.

En su caso, tuvo que pedirle la tarjeta de crédito a su familia. “Era un sueño por cumplir, viajar a Río, conocer el Maracaná y ver a Boca en una final”, le cuenta a Clarín. Pasó la frustración y sigue la bronca, pero ahora está pidiendo Justicia, “que alguien se haga responsable”.

“Mi idea es intimar a Conmebol por daños morales y económicos por lo que me pasó, quiero recuperar todos los gastos que tuve. Fui a ver un partido, compré la entrada, me reprimieron, me verduguearon, y lo mismo le hicieron a gente grande, mujeres, chiquitos. No puede quedar así esto”, cuenta, recién llegado de Brasil.

El viaje a Río y sus lágrimas en el Maracaná

“El viaje fue una locura, el 80 por ciento del avión con hinchas de Boca cantando. Y para mí era la emoción de disfrutar algo que era el fruto de mi trabajo, y de tantas horas extras a la semana, poder ahorrar ese manguito y darme ese gusto, era para toda la vida. En Río me encontré con unos amigos con los que vamos siempre a la cancha. Fui sin hospedaje porque no me daba el bolsillo”, cuenta Mauro.

La ida fue en avión, el mismo sábado a la mañana, y el pasaje le salió 345 mil pesos. “Lo pagué con la tarjeta de crédito de mi suegra, ahora tengo que hacerme cargo de ese gasto”, explica el pintor. La vuelta fue en ómnibus hasta Foz do Iguazú con escala en San Pablo, un servicio que le costó unos 30 mil pesos. Cruzó la frontera por tierra y de ahí se fue hasta Posadas, desde donde salió en otro avión (75 mil pesos, en tres cuotas) hasta el Aeroparque porteño.

“En Río me reuní con mis amigos; algunos se fueron en combi y otros quisimos ir más temprano, en taxi. Llegamos al Maracaná tipo 1 y media, faltaban casi cuatro horas para el partido, nunca se me pasó por la cabeza que no íbamos a poder entrar”, cuenta Mauro, recordando la previa del partido.

Esa tarde, el público de Boca llegó al Maracaná con mucha anticipación. De hecho, las puertas del estadio se abrieron una hora antes de lo previsto, pasado el mediodía. Sin embargo, el clima se fue calentando con el correr de los minutos como la tarde misma, entre vallas que no se movían, policías y caballos que amenazaban y el personal de la organización que se tomaba su tiempo para agilizar las largas filas.

A una hora del partido, la gente de Boca era retenida por la policía en las adyacencias del Maracaná.A una hora del partido, la gente de Boca era retenida por la policía en las adyacencias del Maracaná.

“Todo era incertidumbre, ansiedad, y nadie nos daba una respuesta. Cuando alguno empujaba de más, ellos nos tiraban con gas pimienta. Había mujeres que lloraban, gente grande que se descomponía, chicos que gritaban del miedo, fue muy feo todo”, describe Mauro

A media hora del partido se abrió una última valla y fue un “sálvese quién pueda”, todos corriendo hasta el ingreso. Allí a Mauro le faltó algo de suerte, un factor con el que se coquetea todo el tiempo cuando uno es turista en Río de Janeiro.

“Se les desbordó todo, como era lógico. Yo llegué a un control en el que me escanearon el QR de la entrada, me hicieron el cacheo y pasé… Pero cuando estaba llegando a la puerta siguiente, que era la última ya, vi un montón de gente volviendo porque les estaban tirando con gases y balas. En ese retroceso quedé atrás del cacheo y ya no pude pasar más. Cerraron todo, se plantaron ahí adelante y nos dijeron que no íbamos a poder entrar a la cancha”, relata el hincha xeneize.

“Se me vino el mundo abajo”, dice Mauro, todavía sin aceptar lo que le tocó vivir. Y agrega: “Me largué a llorar ahí mismo. El que intentaba hablarles se comía un palazo o un gas en la cara. A mí un policía me dio un picanazo en la cintura. Le que me pasó no se lo deseo a nadie, teníamos todos entradas, nos tuvimos que ir porque el entorno del estadio era feo y los hinchas de Fluminense te emboscaban”.

Un hombre intenta convencer a un policía que lo deje entrar al partido afuera del estadio Maracaná mientras se juega la final. Foto: EFE/ Luciano Belford.Un hombre intenta convencer a un policía que lo deje entrar al partido afuera del estadio Maracaná mientras se juega la final. Foto: EFE/ Luciano Belford.

La zona no era segura, y los hinchas se agruparon para emprender la vuelta hasta Copacabana en subte. Llegaron a un bar en el que había más hinchas de Boca cuando arrancaba el segundo tiempo. Allí comenzó otro sufrimiento, pero deportivo.

“Obvio que como todo hincha de Boca me dolió perder la final pero esto que nos tocó vivir va más allá de un gol en el alargue o un error del VAR. Acá hay vidas humanas de por medio, y no puede ser que la Conmebol nos exponga a esto”, plantea Mauro, que está buscando asesoramiento jurídico para llevar el caso a la Justicia.

Mauro es pintor, socio e hincha de Boca, tiene 35 años y vive en Mataderos.Mauro es pintor, socio e hincha de Boca, tiene 35 años y vive en Mataderos.

Y habla en nombre de todos los hinchas del fútbol argentino cuando pide “que alguien tome cartas en el asunto” porque esto es algo que no sólo le toca sufrir a Boca.

“Yo no sé si es Chiqui Tapia o la AFA los que tienen que ocuparse del tema, pero estas cosas no pueden pasar más y les pasan a todos los hinchas de todos los clubes que salen del país. Usan a la gente cuando les conviene, de casualidad no se tuvo que lamentar una tragedia”, se despide Mauro, que este domingo irá a la cancha a ver a Boca contra Newell’s. Porque no hay nada más fiel que el hincha de fútbol.

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