Los gases de los cuerpos en descomposición están haciendo que los animales salgan a la superficie, algo que según las autoridades no representa un riesgo de contagio.
Millones de visones que las autoridades de Dinamarca sacrificaron en las últimas semanas para prevenir que una cepa mutante del coronavirus se expandiera por la población humana están emergiendo nuevamente a la superficie.
Así lo han reportado medios locales, que afirman que ello es consecuencia de los gases que se producen durante la descomposición de los restos. Por ende, en West Jutland, región donde se sacrificaron millones de especímenes, han tenido que volver a enterrar los cadáveres.
Las autoridades afirman que no hay riesgo de contagio, pero las impactantes imágenes ya circulan por las redes danesas donde internautas no han dudado de calificar este suceso como el despertar de los ‘visones zombies’ y bromear con que pronto habrá películas sobre el hecho.
Según los funcionarios daneses el problema ocurrió porque algunos de los pozos donde enterraron los visones solo tenían un metro de profundidad, lo que facilitó que los cuerpos se llenaran de gases y salieran a la superficie. Dijeron que se está agregando más tierra a los pozos para evitar que ello vuelva a suceder.
De acuerdo con Thomas Kristensen, portavoz de la Policía Nacional, el suelo arenoso en el oeste de Jutlandia es en parte responsable de lo sucedido, porque no es lo suficientemente pesado para detener los cuerpos de los visones.
“En relación con la descomposición se forman gases, lo que hace que el visón se expanda un poco (…) De esa manera, en el peor de los casos, son empujados fuera del suelo”, dijo Kristenser en declaraciones entregadas a la emisora DR y citadas por The Daily Mail.
En Dinamarca se tomó la determinación de sacrificar a toda la población de visones del país, unos 17 millones, los cuales en su mayoría son reproducidos en granjas especializadas en el comercio de sus pieles, que son muy preciadas para la industria de la moda.
Los pequeños animales quedaron en la mira de las autoridades luego de que se confirmara que habían contraído el COVID-19. El virus mutó en su organismo y luego infectó de vuelta a los humanos, con una nueva cepa que según afirmaron los científicos podría bajar la efectividad de todas las vacunas que se están desarrollando para combatir la pandemia hasta hacerlas inútiles.
Este riesgo era tal que Dinamarca ordenó matar a todos sus visones y para garantizar la efectividad de la medida. Incluso llegó a pagar a los agricultores por cada animal que mataran, junto con una bonificación si los animales eran sacrificados durante los 10 primeros días de emitida la orden.
No ha sido un proceso fácil, y además ha despertado toda suerte de críticas a nivel nacional y mundial por organizaciones animalistas.
También han habido problemas logísticos. Por ejemplo, el derramamiento de miles de visones muertos de la parte trasera de un camión que los llevaba a su lugar de entierro, quedando esparcidos a lo largo de 12 millas de la carretera. Esa situación se ha repetido en distintas ocasiones, lo que ha llevado a los conductores a enfrentar acusaciones por no asegurar bien su carga.
Además, los daneses que viven cerca de los lugares de entierro de los animales se han quejado por los olores de los cuerpos en descomposición. Según las autoridades, no representan ningún peligro, pero ahora que los cuerpos están resurgiendo a la superficie, el actuar rápido para rellenar los pozos y reiterar que no hay riesgos de infecciones ocupa a las autoridades danesas.
Según la policía, las personas deben evitar a toda costa entrar en contacto con estos cuerpos, ya que existe una baja posibilidad de contraer COVID de un animal muerto.
Pese a las críticas y los problemas, las autoridades y políticos que apoyaron la decisión la reclaman como una victoria, pues desde el pasado 15 de septiembre no hay reportes de contagios con la nueva mutación del virus.