El ex capitán del Ejército le ha dado impulso a un movimiento que tenía poco apoyo popular previo a su llegada al poder.
BRASILIA — El presidente Jair Bolsonaro ha incitado la cultura de las armas en Brasil.
Una de sus primeras acciones en el cargo fue flexibilizar las reglas de propiedad de armas. Sus tres hijos mayores, también políticos, son fuertes partidarios de expandir la posesión de armas mediante propuestas de políticas y publicaciones en las redes sociales.
Con sus acciones, Bolsonaro y sus hijos han hecho más que facilitar que los brasileños consigan legalmente un arma. Han propiciado un nuevo debate político y cultural sobre las armas en Brasil, pero que en muchas formas refleja la discusión en Estados Unidos, donde los detractores dicen que más armas significan más muertes y los partidarios dicen que las armas son necesarias para la defensa propia.
Brasil tiene una de las tasas de homicidios más altas del mundo. Un club de tiro en San Pablo (Victor Moriyama para The New York Times).
“Con las leyes de desarme, ¿quién renuncia al acceso a las armas de fuego, el ciudadano decente que sólo quiere protegerse a sí mismo, o el criminal, que por definición no cumple las leyes?”, tuiteó Bolsonaro. “¡El derecho a la legítima defensa propia no puede continuar siendo violado!”.
En Brasil, país de más de 209 millones de habitantes que tiene una de las tasas de homicidios más altas del mundo, el movimiento a favor de los derechos a las armas ha estado del lado perdedor de los debates de políticas durante mucho tiempo.
Aproximadamente dos de cada tres brasileños se oponen a la posesión de armas, y una porción aun mayor de la población está en contra de que sea más fácil obtener un permiso de armas, según una encuesta del 2019.
Pero las actitudes podrían estar cambiando con Bolsonaro. Desde que suavizó las reglas de propiedad de armas en sus primeras semanas en el cargo, el número de solicitudes de permisos ha aumentado marcadamente.
“A la larga, esto podría ser desastroso”, dijo Natália Pollachi, del Instituto Sou da Paz, un grupo de políticas públicas que apoya las estrictas leyes de armas.
Durante el primer año de Bolsonaro en el cargo, el gobierno emitió más de 200 mil licencias a propietarios de armas. La Policía federal, que emite licencias para defensa propia, aprobó 54.300 permisos en 2019, un aumento del 98 por ciento respecto al año anterior. El Ejército, que otorga permisos a cazadores y coleccionistas, emitió más de 147.800 licencias nuevas en 2019, un incremento del 68 por ciento.
La inundación de nuevas armas en los hogares brasileños hará que la violencia doméstica sea más letal, volverá fatales a confrontaciones comunes e intensificará un mercado negro que ya está prosperando, advirtió Pollachi.
El Congreso está considerando proyectos de ley que relajarían aún más las regulaciones. Y los defensores más destacados del movimiento a favor de los derechos de las armas son los tres hijos mayores del presidente.
Eduardo Bolsonaro, miembro del Congreso y uno de los suplentes más visibles de su padre, ha hablado con admiración de los derechos constitucionales de armas en EE.UU.. Hizo lobby para que el mercado brasileño sea más atractivo para los fabricantes de armas extranjeros, lo que, dice, reduciría los precios y brindaría más opciones a los compradores de armas.
Los poderosos cárteles de narcotraficantes tienen mucho tiempo de burlar las regulaciones mediante el contrabando de armas, principalmente a través de la porosa frontera con Paraguay. Miembros de bandas criminales portan abiertamente pistolas y rifles de poder en varios distritos de Río de Janeiro, San Pablo y otras ciudades.
Cuando Bolsonaro arrancó su candidatura presidencial, Brasil tenía más de 63.800 homicidios, un récord, y lideraba al mundo en el número de muertes causadas por armas de fuego.
Bolsonaro, ex capitán de extrema derecha del Ejército, prometió facilitar que los civiles obtuvieran armas.
El apuñalamiento casi fatal del presidente en una manifestación semanas antes de las elecciones dio un nuevo sentido de urgencia al argumento de Bolsonaro de que los “ciudadanos buenos” tenían que estar armados para protegerse de los “criminales”.
El decreto ejecutivo que Bolsonaro firmó dos semanas después de asumir el cargo flexibilizó el proceso de obtención de licencias al hacer más fácil cumplir con los requisitos para la posesión de armas.
El decreto extendió los permisos de 5 a 10 años, y aumentó la cantidad de municiones que se pueden comprar de una vez, y la cantidad de armas que un individuo puede poseer. También permitió la venta de armas de mayor calibre.
Obtener el permiso para comprar un arma en Brasil aún requiere un largo proceso que puede prolongarse meses. Pero los campos de tiro y los negocios de armas empezaron a ver un aumento en sus operaciones de inmediato.