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Sociedad

La revancha de las “pelopincho”: invaden los patios de los que no se irán de vacaciones por el coronavirus

Una de las principales marcas vendió en 40 días la producción de un año. Las fábricas trabajan a pleno para cubrir la demanda.

Cualquier diciembre que no sea el de 2020: el clima es de alguna fruta seca bañada en chocolate y una única pregunta: ¿Qué vas a hacer en las vacaciones? No importa mucho más que eso.

“Este” diciembre: no se puede entrar a casa, agarrar un puñado semiderretido de esas frutas secas y llevarlo a la boca. Se interpone el tapabocas. Y la pregunta cambió, ahora es: ¿Te vas a animar a ir a algún lado en las vacaciones?

Según estimaciones del Ministerio de Turismo de la Nación, por la pandemia del coronavirus solo viajará el 60% de quienes hubiesen armado las valijas sin el Covid-19 colgado en el arbolito. El resto se quedará en “Santa Terracita”.

En ese paraíso “argento”, que queda arriba (en la terraza) o en el fondo de casa, no hay protocolos. Ni barbijos. Ni miedo al contagio. Pero sí habrá agua. Las piletas de lona, que fueron furor en los 80 y los 90 —y marcaron la infancia de las y los millennials— están volviendo a muchas casas argentinas. Este verano será bien flashback. Y vinílico.

Las piletas en los patios, aunque el espacio sea poco. Foto Fernando de la Orden

Las piletas en los patios, aunque el espacio sea poco. Foto Fernando de la Orden

Diciembre de 1991. Esta periodista no podía dormir. Tenía cinco años y sabía que la manguera ya estaba puesta en la Pelopincho. Había visto a sus padres forcejear con esos pilares de caño blanco. Uno se fijaba y el otro se caía: a probar de nuevo. Y cuando finalmente había quedado armada, cuidado: no había certeza de que no fuese a “pincharse”. No importaba. Se llenaba en una noche y al otro día arrancaba el verano en esa casa de Ramos Mejía. La felicidad era tan específica como el Ilarilarilé oh oh oh de Xuxa.

Diciembre de 1987. “Mis amigos venían por esa pileta. Pero los amigos de mis siete hermanos también. Había que turnarse a veces. Y mis viejos se metían. Todos se metían. La infancia era eso. La pile llena. Vayas o no a la Costa. El verano era esa pile enorme”, dice Emmanuel Pereyra (37), de Moreno.

Así como en nuestros recuerdos están esas piletas de lona (la marca Pelopincho las identifica desde que los hermanos Benvenutti la crearon en los 70), este verano, nuevos niños y niñas van a conocer un producto actualizado —ahora inoxidable, con kit de reparación, bomba, filtro, lavapies, cobertor y base—, pero muy vintage.

“Vos no podés apretar un botón y aumentar la cantidad de piletas que hacés. Nadie predijo la pandemia ni que así como se triplicó la demanda de bicicletas, también todos iban a querer una pileta. En una fábrica la producción se programa anualmente. Y un año de nuestra producción se consumió en 40 días“, dice a Clarín Héctor Goette, el dueño de Pelopincho.

"Tenemos vendido el stock que vamos a producir hasta el 28 de diciembre", dice un fabricante de piletas de lona. Foto Guillermo Rodríguez Adami.

“Tenemos vendido el stock que vamos a producir hasta el 28 de diciembre”, dice un fabricante de piletas de lona. Foto Guillermo Rodríguez Adami.

Él está en San Luis, donde se fabrican las piletas, y no ve las filas que se arman frente a los locales que las comercializan. Pero, pese a que por las restricciones hasta hace una semana el 40% de los trabajadores y las trabajadoras de la fábrica no podían ir a la planta (viven en Córdoba y por la cuarentena estaba cerrada la frontera interprovincial), y a que los proveedores de materiales (como la resina, clave) estuvieron igual de “frenados” durante ocho meses, Goette está tranquilo: va a poder cumplir con estas ganas de pileta en todo el país. (Sí, se venden hasta en la Patagonia).

“Tenemos vendido el stock hasta el 28 de diciembre. La situación económica de los últimos dos años hizo que cayeran mucho las ventas, así que solo por ese remanente (las piletas que ya estaban en los negocios y no habían sido compradas), la gente va a poder tener la suya. Trabajamos al 100% de la capacidad posible. No van a faltar”, detalla.

Una de las Pelopincho más vendida ronda los $ 28.000, es la de 4,45 por 2,25 metros y 0,80 cm de profundidad, y se puede pagar en 18 cuotas. Algo muy diferente a lo que pasaba en los 90, cuando eran casi un “objeto de lujo popular”, sin financiación. Y un fetiche.

Pelopincho y piletas en los balcones en pandemia.

Pelopincho y piletas en los balcones en pandemia.

El “señor Pelopincho” aclara algo sobre la argentinidad de estos chapuzones. “Aunque las nuevas generaciones las conozcan ahora, porque no se irán de vacaciones, estas piletas no son un ‘sustituto’. No reemplazan nada. Las vendemos mucho en Mar del Plata, incluso. Es hacer asado y meterte en la pelopincho: algo bien de acá.”

Carla Policichio tiene 40 y, dice, es “una exnena todavía fan de estas entrañables piletas de lona“. Como cuida a su sobrinito y este verano él no se va a ir a la Costa, el sábado viajó desde Villa Real, en la Ciudad de Buenos Aires, hasta Ciudadela, para hacer una fila de más de quince personas y comprarle una pileta. Pagó $ 11.000 por la de 2 por 1,50 metros.

“Siempre quise volver a tener una, pero ahora me decidí. Nos vamos a meter todos. Mamá, papá, todos. No solo él. Ni lo dudes. Se la voy a regalar para Navidad y la armamos el 25 a la mañana. Pero es para todos, nadie se va de vacaciones“, cuenta. Y la “exnena”, en una frase, parece que ya está adentro de la “pile”.

Jonathan Fernández (36) está a cargo de Piletón, una empresa familiar que hace más de 40 años fabrica piletas de lona. Él le vendió la pileta a Carla. Clarín vio que los sábados al mediodía la fila en su local supera las 30 personas.

Contesto entre 300 y 400 mensajes de WhatsApp por día. Preguntan si hay. Hay. Fabricamos todos los días. Pero faltan materiales, como el PVC, que no te lo quieren vender hasta aumentar el precio, eso es lo único que nos baja la marcha”, dice Jonathan.

En piletas de lona, las opciones de tamaño son muchas. Foto Guillermo Rodríguez Adami.

En piletas de lona, las opciones de tamaño son muchas. Foto Guillermo Rodríguez Adami.

“Siempre empezamos a vender el 15 de diciembre. Este año arrancamos a fines de noviembre. La gente se queda en casa. Además, estamos vendiendo piletas grandes. Hace seis o siete años que no salían esos tamaños. Están usando en las piletas la plata que iban a gastar en las vacaciones“, describe. Las grandes tienen 4,28 por 2,92 por 1 metro y valen $ 47.000.

“Cualquier” diciembre, menos el de 2020: a estas piletas las compran solo mayores de 60, para sus nietos y nietas. “Este” diciembre: aparecieron los de 30 y pico, con o sin hijos, y los de 50, para usarlas ellos.

Andrés Álvarez tiene 48 años, es de Libertad, en la localidad bonaerense de Merlo, y compró la pileta grande. Diez mil litros en el patio de su casa, por $ 52.000, “con bomba y kit de mantenimiento”. Su nieta tiene seis, podría haber comprado la versión mini. Pero ella solo será “una más” en el paraíso del fondo. “No nos vamos a ir al Norte, como hacemos siempre. Y construir una pileta implica otros números. Invertí en la de lona, para toda la familia, que ellos tampoco se van a ir de viaje”, dice a Clarín.

Sustituto o no. Reemplazo de la Costa o no. Grande o chica. Cecilia Mussa, directora de Metalúrgica La Toma, sus piletas Sol de Verano ve como este diciembre se venden como carne para el asado. Pero, mientras vacas acá no faltan, sí falta la tela vinílica.

"Esperamos un gran año. Al estar en casa, muchos van a querer nuestras piletas", dicen desde una de las mayores fabricantes. Foto Guillermo Rodríguez Adami.

“Esperamos un gran año. Al estar en casa, muchos van a querer nuestras piletas”, dicen desde una de las mayores fabricantes. Foto Guillermo Rodríguez Adami.

“Por la situación económica, el año pasado no hubo buenas ventas. Ahora esperamos un gran año. Al estar en casa, muchos van a querer nuestras piletas, para después guardarlas y usar ese espacio de otra manera, en el invierno. Pero, por otro lado, por la pandemia, no conseguíamos las telas vinílicas, que se hacen con materiales totalmente importados. No hay nada en la Argentina. Eso nos complicó mucho para aumentar la producción”, explica Mussa a Clarín.

La marca de su familia nació en 1976, en la lonera de los hermanos Mussa, y ahora, la Sol de Verano modelo 300 (de 3 por 2,20 metros por 0,70) se vende en todas las cadenas de electrodomésticos ($ 17.000).

“La pileta hoy está catalogada como un artículo para el hogar. Vos decís: ¿Qué tiene que ver una pileta con un electrodoméstico? Es un producto que se demanda de la misma manera cada diciembre, según el clima. Es asado, cerveza y pileta de lona“, cierra.

Diciembre de 2020: pileta de lona, cerveza y asado. En ese orden. En “Santa Terracita”.

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