Tras conocerse que la inflación fue de 6% en abril, los dólares financieros abandonaron su tendencia a la baja y comenzaron a subir. El MEP logró recortar las pérdidas y cerró sin cambios, pero el contado con liquidación dio un salto de $1,28 a $209,16. El “blue”, que cerró a las 15 no pudo reacomodar su cotización y bajó $1,50 a $203,50.
La cautela en el mercado de cambios estaba provocada porque se esperaba una inminente suba de las tasas de interés. Las dudas se disiparon a las 19.30, -dos horas y media después del cierre de los mercados- cuando el Banco Central comunicó que las tasas para plazos fijos a 30 días aumentaban 2 puntos a 48% nominal que equivalen a una tasa efectiva anual de 60,1%, más cerca de la inflación esperada. Por supuesto, las tasas de las Leliq, letras que coloca el Banco Central en las entidades para absorber pesos y evitar que presionen más a la inflación, subieron en la misma proporción y ahora pagan 49% que equivalen a una tasa efectiva anual de 61,8%.
El comunicado del Central apuesta a que esta sea la última suba de tasas. Considera que la inflación descenderá porque los precios de las materias primas se están estabilizando en el mercado internacional. Para los inversores resultó audaz esta información: los mercados hace tiempo que perdieron su GPS y cambian día a día.
De hecho, el VIX, llamado índice del miedo, superó su punto crítico de 30 puntos que es a partir de donde se encienden las alertas rojas. En el mercado overnite, descendía 0,5% a 31,34 puntos. Este indicador mide las opciones del S&P 500, el índice de acciones más amplio de Wall Street y se calcula en Chicago, donde funciona el mayor mercado internacional de futuros de materias primas.
Pero la inflación de la Argentina no está impulsada tanto por los precios internacionales, como por la escasez de dólares para importar insumos y aumentar la oferta de bienes. De hecho, el dólar oficial se mantiene retrasado como un ancla antiinflacionaria. Ayer avanzó 16 centavos a $117,26 con lo que el ritmo de devaluación está en 47% anual. La contradicción es que el dólar atrasado alienta importaciones que no se pueden concretar por la falta de divisas.
El Banco Central tuvo que vender USD 80 millones para satisfacer a los importadores. En dos días vendió USD 100 millones y las reservas cayeron USD 283 millones a USD 41.341 millones porque el yuan le jugó una mala pasada al perder casi 0,94% de su valor frente al dólar y cotizar a 6,7870. Los yuanes, a través de los swaps, representan 53% de las reservas. La devaluación del renminmbi, el nombre de la moneda china (el yuan es su unidad), le costó al Banco Central USD 1.200 millones de sus reservas este año. A la caída contribuyó la revaluación de 1% del dólar ante las 6 principales monedas del mundo. Tampoco contribuyó el oro que bajó 1,51%.
El problema de la venta de dólares es que no son para cualquier importador, sino que la mayoría de esas divisas se van por importaciones de gas y petróleo. Estos commoditties se llevaron entre abril y mayo USD 250 millones de los dólares que liquidaron los exportadores. Esta importación se acelera a medida que se acerca el invierno. El saldo a favor que va a dejar la cosecha será magro, aun cuando sus precios continuaron en alza. El trigo subió más de 5%; el maíz, 1,38% y la soja, 0,68%.
Los bonos de la deuda tuvieron un derrumbe notable, mientras se acelera la suba de los bonos del Tesoro de Estados Unidos que bajaron su rendimiento a 2,82%. El GD35 lideró la caída con 2,9%. El riesgo país aumentó 53 unidades (+2,8%) y se ubicó en 1.887 puntos básicos y está presto a perforar el techo de 1.900 puntos el nivel que tenía en los días de mayor duda del acuerdo con el FMI en marzo pasado.
Las acciones tuvieron una rueda negativa y el S&P Merval, el índice de las líderes, bajó 0,28% en pesos y 0,90% en dólares. El monto de negocios fue el habitual de $ 928 millones. Los ADR’s -certificados de tenencias de acciones en las Bolsas de Nueva York- terminaron mixtos.
Para hoy se espera otra rueda negativa en Estados Unidos de acuerdo con las cotizaciones overnite, pero a la apertura puede darse un rebote porque hay fondos norteamericanos comprando los activos más caídos. El más conocido porque apuesta a las tecnológicas, es el de Kathie Woods. Su fondo ARKK compró acciones de Coinbase. Este fondo, ayer cayó 10% y desde octubre pasado perdió 68% de su valor y está en los niveles de 2020. Es solo una muestra del derrumbe de las acciones de crecimiento como Apple, que dejó de ser la mayor empresa del mundo en menos de un mes, Tesla o Amazon.
La Argentina sigue atada a la inflación. Los bonos CER que vencen en 2023 aumentaron 1,08% y los que vencen en 2024, 0,6%. La brecha entre ambos títulos vuelve a ensancharse porque el TX24 le vence al próximo Gobierno .
El problema es que la inflación está vinculada a la escasez de dólares. En el ministerio de Economía ya saben que deberá acudir a un waiver (perdón) del FMI porque no podrán cumplir las metas trimestrales. El mercado tramita estos problemas en los precios. El problema es cuando está tan sensible y sus reacciones son desproporcionadas.