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Nadia Podoroska: “Siento que mi carrera recién empieza”

A los 23 años, la tenista rosarina enfrenta un 2021 lleno de desafíos. En una entrevista a fondo, habla de su cambio de mentalidad, el control de la frustración y su espíritu competitivo.

La vida de Nadia Podoroska cambió en el otoño europeo de 2020. El giro se dio en París, entre septiembre y octubre, en un Abierto de Tenis de Roland Garros que empezó con demora a causa de la pandemia. Ella arrancó por la qualy, el derecho de piso que deben pagar los jugadores que ocupan los vagones traseros del ranking. Ganó sus tres partidos sin perder un set y clasificó al cuadro principal. Una argentina allí, en el polvo de ladrillo francés, por primera vez en seis años.

Los triunfos siguieron, cada vez más resonantes. Su historia de lucha y sacrificio empezó a ganar espacio en los medios y en el interés del público. La victoria ante la ucraniana Elina Svitolina, quinta jugadora del mundo y tercera favorita del torneo, la llevó a las semifinales. Desde Paola Suárez en Wimbledon 2004, ninguna argentina había llegado tan lejos en un torneo de Grand Slam.

La derrota ante la polaca Iga Świątek fue apenas un detalle. La vida de Nadia ya era otra. Aunque quizás lo correcto sea decir que el cambio había empezado a producirse mucho antes, en silencio y en la intimidad, y que la explosión en Roland Garros sólo fue un despertar para los demás.

“Fue un año inolvidable”, le dice Nadia a Viva, desde Alicante, España, mientras se prepara para una temporada durísima que incluye jugar el Abierto de Australia y su participación en los Juegos Olímpicos de Tokio. Las estadísticas le dan la razón. Ganó el 80% de los partidos. Conquistó tres torneos. Trepó del puesto 255 del ranking al 47. Es la número uno de Argentina. La Asociación Femenina de Tenis (WTA) la eligió como la revelación 2020. Pero detrás de estos logros hay una larga historia de trabajo, dedicación, lesiones superadas y un cambio total de mentalidad.

Nadia, rosarina, se enamoró del tenis a los 5 años, cuando empezó a tomar clases en el Club Atlético Fisherton. Su profesor la veía tan entusiasmada que siempre le exigía un poco más y la ponía a pelotear con alumnos mayores. “¡Me imaginaba jugando contra las hermanas Williams!”, recuerda Nadia. A los 14 tomó su primera decisión importante: dejar el colegio presencial para dedicarse de lleno al tenis.

En el tenis no podés planificar ni todo te sale como vos querés. Y eso a veces es muy frustrante.

Nadia Podoroska

“Al principio, a mi familia le sonó raro que quisiera dejar la escuela. ¡Encima para jugar al tenis! ¡Todo un acontecimiento! Pero mis padres me veían tan convencida, veían el compromiso de mi entrenador de ese entonces (Carlos Rampello), que dijeron: ‘Está bien, hacelo’. Empecé a entrenar doble turno e hice mi primer viaje a Europa, donde estuve dos meses. Un conocido de mi entrenador me apoyó económicamente y ahí pude empezar a viajar, a competir, a ganar algunos puntos en el ranking. De a poco fui mejorando en el chart. Esta persona me bancó cuatro años de mi carrera, hasta 2016. Sin eso yo no hubiese podido despegar y no me hubiese conocido nadie”, revela.

La Nadia adolescente estaba comprometida con su vocación y era competitiva y exigente a la hora de pisar la cancha. Virtudes que pronto le trajeron consecuencias, porque el cuerpo le empezó a pasar facturas.

A los 13 años arrancó con lesiones en los huesos provocadas por el esfuerzo o por movimientos mal hechos: “Son fracturas por estrés o edemas óseos. Te lastimás por pegarle a la pelota reiteradamente, por ejemplo. Como que te vas desgastando y la recuperación lleva meses”.

La primera lesión fue en el codo derecho debido a un cambio de raqueta. Al año y medio, otra en el metatarso del pie izquierdo por unas plantillas nuevas. Y la peor le llegó a los 19: “Fue en la cadera izquierda, la más inhabilitante, la que más dudas trajo. Los médicos me dijeron: ‘Tenés una lesión complicada, vas a tener que aprender a jugar con dolor. No se te va a ir nunca’. Pero jugar así se me complicaba. Lo intenté durante cuatro meses y dolía. Me angustié muchísimo no sólo por eso sino también por la incertidumbre de no saber cuánto me iba a llevar la recuperación ni cuándo iba a volver a jugar… Yo soy una persona muy estructurada: me decís lo que tengo que hacer y lo hago. Pero acá no había certezas. Esa lesión de la cadera me trajo otra en la muñeca derecha. Así que fueron ocho meses sin competir. Muy duro”, recuerda.

Nadia Podoroska, en acción. La tenista 1 de Argentina se prepara para jugar el Abierto de Australia, en febrero.

Nadia Podoroska, en acción. La tenista 1 de Argentina se prepara para jugar el Abierto de Australia, en febrero.

Ese parate físico la hizo dejar Barcelona, donde vivía algunos meses del año para estar más cerca de los torneos de Europa, volver a la Argentina y replantearse su carrera. Necesitaba un volantazo. La relación con Rampello, el entrenador que la acompañaba desde su infancia, estaba desgastada y había que darle un punto final.

“La separación dolió porque fueron muchos años juntos, atravesamos muchas etapas, pero los dos entendimos que era un ciclo cumplido”, recuerda.

Dominar la mente y el corazón

Y a fines de 2018, entonces, arrancó la aventura con los argentinos Emiliano Redondi y Juan Pablo Guzmán. Nuevo equipo, nueva cabeza. Nadia necesitaba trabajar lo emocional, que la complicaba durante los partidos, le provocaba lesiones y afectaba su crecimiento profesional.

Sus nuevos entrenadores le propusieron que conociera a Pedro Merani, un ex jugador argentino de bowling que vive en Qatar y es experto en meditación zen.

“Pedro es mi entrenador mental. Empecé con él en marzo de 2019 y me ha ayudado muchísimo. Me enseñó a mejorar el autoconocimiento y a dominar las emociones y observarme. Me dio herramientas para que pudiera controlar las situaciones difíciles del juego mediante la respiración o la relajación del cuerpo. Es un aprendizaje constante. Mezcla mucho la parte del zen, que viene con la filosofía, y la parte de la neurociencia, que te da la explicación lógica o científica de la estructura del cerebro: los hábitos y cómo cambiarlos”, explica Nadia.

Nadia Podoroska y su sueño: llegar a ser la número 1 del tenis. Foto: Germán García Adrasti.

Nadia Podoroska y su sueño: llegar a ser la número 1 del tenis. Foto: Germán García Adrasti.

-¿Qué te pasaba antes y qué cambió después de empezar a tratarte con Pedro Merani? ¿Te ganaba la cabeza en la cancha?

-Exactamente. Soy una persona que piensa mucho, la razón está muy a flor de piel. En el tenis tenés que tomar decisiones en milésimas de segundos. No podés planificar todo ni todo sale como vos querés. Y eso a veces eso es frustrante. Y con Pedro hemos podido hacer ese trabajo de pensar lo menos que se pueda para poder estar más relajada, incluso disfrutando el juego en plena competencia.

Los médicos me dijeron: ‘Vas a tener que aprender a jugar con dolor. No se te va a ir nunca’. Fue duro.

Nadia Podoroska

-¿Cómo es la dinámica de trabajo?

-Hago ejercicios de meditación casi todos los días, salvo cuando entreno o viajo. Me sirven para frenar un poco la cabeza. Los de visualización son útiles para saber qué tengo que mejorar en la cancha. Eso me motiva y me da un orden. Las charlas con Pedro son generalmente una o dos veces por semana. En competencia, hablamos o nos mensajeamos casi todos los días. Está conmigo siempre. Es mi maestro zen.

-Leí que te gusta la filosofía….

-Cada vez que puedo leo algo en relación a lo cotidiano. Sigo mucho a Darío Sztajnszrajber porque él te lleva la filosofía a la vida diaria y me encanta. Mi mamá es farmacéutica, pero estudió unos años en Filosofía y Letras. Nos ha transmitido ese gusto. Mi hermana estudia Antropología, así que en casa se arman buenos debates.

-¿Habías hecho terapia antes?

-Sí, había trabajado con una psicóloga deportiva de Rosario, que me ayudó muchísimo durante la etapa de las lesiones y el cambio de entrenador. Pero yo necesitaba algo más práctico: cómo manejar mis emociones y los pensamientos de la cabeza, en vez de hablar tanto del pasado o de tus padres…

-Los frutos se vieron en el Abierto de Roland Garros…

-Lo de Roland Garros fue, para mí, realmente inolvidable. Estuve en París tres semanas, entre los días de cuarentena, la qualy y el cuadro principal. ¡Pasó tanto en esas semanas y tanto después debido a esas semanas!

Nadia, junto a sus padres, Irene y Marcelo. Ambos son farmaceúticos y viven en Rosario.

Nadia, junto a sus padres, Irene y Marcelo. Ambos son farmaceúticos y viven en Rosario.

-¿Tenías alguna expectativa antes de llegar al torneo?

-Ninguna. Venía jugando muy bien, es cierto, y había entrenado mucho en cuarentena. Pero la idea es llegar a los torneos sin altas expectativas. De otra manera me presiono. Entonces voy partido a partido. No me gusta mirar el cuadro completo del torneo. Veo con quién me toca jugar, planificamos la estrategia y juego. Voy paso a paso.

-¿Eso es para calmar la ansiedad?

-Claro. Para evitar cualquier tipo de pensamiento a futuro.

-¿Y qué sentiste cuando le ganaste a Elina Svitolina, la número cinco del mundo?

-Estaba re embalada. Decía: “Quiero ganar mañana”.

-¿De chica también tenías este espíritu competitivo?

-Sí. No me gustaba perder a nada. En casa jugábamos al ping pong y mi papá me tenía que dejar ganar porque si perdía… ¡había un mal humor!

-¿Cambiaste tu forma de jugar con este nuevo equipo de trabajo?

Sí, bastante. Antes solía ser muy agresiva, pero con poco margen de error. Tenía días muy buenos y días en que no metía una. Muy fluctuante, más inestable. Y desde que empecé a trabajar con los chicos seguí siendo agresiva y ofensiva, pero con más recursos, con más herramientas, y con calma para entender lo que está pasando. Antes nunca entendía por qué perdía ni por qué había jugado así. Todo era reproches.

Nadia Podoroska, campeona, posa con la medalla dorada en los  Juegos Panamericanos  de Lima 2019.

Nadia Podoroska, campeona, posa con la medalla dorada en los Juegos Panamericanos de Lima 2019.

La vida en Alicante

Para Nadia, son las ocho de la noche en Alicante, una ciudad de la costa mediterránea española, donde vive desde 2019. “Los primeros meses los pasé en la casa de mis entrenadores, porque ellos ya estaban instalados acá. Después alquilé un alojamiento temporario por Arbnb. Y desde octubre de 2019 alquilo un departamento que comparto con la tenista mexicana Ana Sofía Sanchez”, cuenta.

Nadia está chocha con el lugar. Se despierta a las 7.30 y lo primero que hace es abrir la ventana y ver el mar. Desayuna café con leche de almendras y unas tostadas o galletas de arroz con queso untable, palta o mermelada. También, una naranja y, a veces, huevos revueltos. Después se va entrenar, almuerza, duerme la siesta y otra vez, a la cancha.

Emiliano Redondi, uno de sus entrenadores, le dice a Viva que Nadia pudo encontrar un balance entre su deseo de ser una buena tenista y el control de una ansiedad que a veces la desbordaba. “La parte mental es fundamental en su juego y la clave de su éxito actual. Ya no pierde el eje”, explica.

-Nadia, ¿qué es lo más difícil de ser una tenista profesional?

El aspecto económico. Si no tenés plata, no podés hacer nada. Sí o sí necesitas un sponsor. Son pocas las familias que pueden bancar la carrera de una deportista profesional. A mí me han ayudado mucho. Todos mis entrenadores trabajaron gratis conmigo porque mis padres no podían pagarles. Recién ahora puedo empezar a devolver un poco de lo que me dieron. Mis padres tampoco me podían acompañar a Europa cuando empecé a viajar de adolescente. Y he vivido mucho de prestado: en Barcelona, también en Buenos Aires… En el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CENARD, en Núñez) me prestaban el hotel, las instalaciones y me daban las comidas. Soy muy agradecida de todo eso.

Sin duda, soy una resiliente. Creo que el tenis te da un poco eso. Porque nosotros perdemos todas las semanas. Excepto cuando sos campeona, que en un buen año pueden ser dos o tres veces, el resto es en algún momento derrota.

Nadia Podoroska

-¿Te arrepentís de algo?

-La verdad que no. Cuando dejé el colegio presencial, me hubiera gustado estudiar inglés o hacer otro deporte. Algo para seguir socializando. Pero me gusta mi vida y como soy.

-Pasaste la adolescencia jugando al tenis y viajando. ¿Cómo la viviste?

Difícil. Me sentí un poco sola. Tuve esas crisis de adolescente de decir: “Tengo el tenis y nada más”. Pero mi familia, y en especial mi hermana, me contenían. Cada vez que volvía a Rosario salía con las amigas de ella.

-¿Cómo te definirías?

-Uy, ¡qué difícil! Soy una comprometida con lo que hago, muy trabajadora y doy el ciento por ciento tanto entrenando como cortando una zanahoria. Me cargan por eso.

-¿Tenés alguna cábala?

-Viajo siempre con una libreta con fotos de mis padres y de mis hermanos. Si me va bien en un torneo, trato de bañarme en la misma ducha o de mantener el modelo deportivo.

Nadia Podoroska es parte del equipo argentino de tenis femenino. Aqui, festejan la victoria contra Colombia en la ex Fed Cup, actual Billie Jean King Cup. En abril jugarán contra Kazajistán.

Nadia Podoroska es parte del equipo argentino de tenis femenino. Aqui, festejan la victoria contra Colombia en la ex Fed Cup, actual Billie Jean King Cup. En abril jugarán contra Kazajistán.

-Ganaste seguidores, auspiciantes y notoriedad el año pasado, después de Roland Garros. También estás más activa en las redes sociales…

-Estoy re enganchada, me gusta tener ese vínculo con la gente, mostrar un poco lo que hago. Antes no tanto. Era más tímida, más cerrada. Pensaba: “¿A quién le va a interesar lo que yo pueda subir a una red social?” Ahora quizás pueda interesar más. Igual, no soy una persona que le guste compartir todo. Pero disfruto el cariño. Cuando estuve en Buenos Aires me pedían autógrafos y hubo gente que se quedaba a mirar mis entrenamientos. Eso no pasaba antes. Fue todo de golpe, cosas nuevas, más compromisos y responsabilidades, más exposición, pero está bueno…

-Sos una resiliente…

-Sin duda. Creo que el tenis te da un poco eso. Porque nosotros perdemos todas las semanas. Excepto cuando sos campeona, que en un buen año pueden ser dos o tres veces, el resto es en algún momento derrota. Entonces te tenés que agarrar de lo positivo. De decir: “Esto lo hice bien, esto lo puedo mejorar”. El análisis de la semana te ayuda que una derrota no sea un fracaso. Siempre sacás algo bueno. Son lecciones de vida que te ayudan mucho y te terminan fortaleciendo. No hay que quedarse con un mal resultado, con el camino que hiciste. Y en eso estoy.

-Las lesiones que tenías antes, ¿desaparecieron?

-Sigo teniendo molestias físicas en la cadera, pero he aprendido a conocer mi cuerpo y a manejar mucho mejor las emociones. Entendí que el estrés, los nervios y la tensión influyen mucho a la hora de lesionarse. Pero he mejorado y trabajado mucho lo mental.

-¿Seguís soñando con ser número uno el mundo?

-Sí, sigue siendo mi sueño, que lo tuve desde muy chiquita y nunca se ha borrado. Además, a pesar de llevar años en el circuito, siento que mi carrera recién empieza.

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