“El objetivo es reestructurar la deuda de una manera que Argentina pueda pagarla. Nadie se beneficia de un país que cae al precipicio de la deuda. El país quedaría excluido de los mercados, el crecimiento sufriría, la gente sufriría y los acreedores no recuperarían su dinero. En ocasiones, es necesario realizar una reestructuración reflexiva”, sostuvo la titular del FMI durante un encuentro organizado por The Washington Post.
Esta declaración se suma al comunicado que publicó el organismo el lunes pasado, donde afirmó que la última oferta presentada a los bonistas por el ministro de Economía, Martín Guzmán, está dentro de un marco de sustentabilidad y que “existe sólo un margen limitado para incrementar pagos a los acreedores privados“.
El Gobierno logró un amplio respaldo de la comunidad académica y de los organismos multilaterales de crédito a favor de su propuesta de reestructuración de la deuda. La última reformulación contempla que los bonistas recuperen cerca de 45 dólares por cada lámina de 100 (calculando una tasa de descuento de 10%).
Los acreedores también redujeron sus demandas y formularon propuestas del orden de los 53 dólares. Si bien todavía queda un camino por recorrer, según comentó el ministro Guzmán, la expectativa de los mercados es que finalmente se logre un acuerdo.
Las últimas versiones, en este sentido, dan cuenta que se está trabajando en instrumentos atados a la variación del producto bruto interno (cláusulas semejantes a las ofrecidas en el canje de 2005) para hacer más atractiva la oferta argentina, pero sin poner el riesgo la sustentabilidad de la deuda en el tiempo.