San Cayetano de Thiene, santo del pan y el trabajo para los católicos, reúne cada vez más adeptos y suele generar (no este año, por la pandemia) filas interminables de incondicionales fieles que una vez por año van a pedir, pero también agradecer las bondades otorgadas.
La multitud ingresa a la iglesia de San Cayetano
Se trata de un fenómeno religioso conocido en todo el mundo, ya que desde una semana antes sus seguidores suelen acampar en la puerta del templo soportando las bajas temperaturas para encenderle una vela, bendecir su estampita, llevar ofrendas o cumplir sus promesas.
QUIÉN FUE CAYETANO, EL SANTO DEL PAN Y DEL TRABAJO
Cayetano nació en Venecia, Italia, en 1480, pasó su vida distribuyendo sus riquezas y haciendo caridad con los más necesitados. Perteneció a una ilustre familia que lo consagró a Jesús antes de nacer, por eso se llamaba Cayetano de Santa María. Falleció el 7 de agosto de 1547 y fue canonizado por el Papa Clemente X en 1670, luego de examinar numerosos milagros.
En 1504 se recibió de abogado en la Universidad de Padua. Luego, el Papa Julio II lo nombra Protonotario apostólico y Camarero Pontificio. En 1516 fue ordenado sacerdote y entra en la Cofradía del Divino Amor. En Vicenza se unió a un grupo de gente devota a los cuales prepara para atender a enfermos incurables. Fundó en Roma una congregación de clérigos llamada Teatinos, por haber sido el primer superior el obispo de Teati.
Una vez, orando, se le apareció Jesús, quien lo invitó a poner sus labios en su llaga del costado para que gustase de su amor divino. En el final de su vida, estando enfermo su médico le ordena dormir en una cama blanda, por lo que Cayetano le responde: “Mi salvador murió en la cruz; dejadme pues, morir también sobre un madero”. Recibió los últimos sacramentos y tiene un éxtasis donde se le aparece la Virgen acompañada de ángeles y allí murió.