El derrotero de una de las joyas presidenciales más simbólicas de la historia argentina continúa. Lleva varias décadas de turbulencia y destinos inestables el Packard de 1939 que usó Juan Domingo Perón cuando asumió su presidencia en 1952. Aunque su estado inmaculado demuestra un excelente tratamiento de quienes lo tuvieron a resguardo, al menos durante los últimos tiempos. Impecable como en sus años dorados, ahora será puesto nuevamente a la venta.
Las imágenes que quedaron registradas sobre el 4 de junio de 1952, día de la asunción presidencial del General Perón, muestran al flamante Presidente argentino junto a su segunda esposa, Eva Duarte, a bordo de un imponente descapotable circulando en medio de una multitud que había invadido la Avenida de Mayo. No sólo fue un acto histórico como bautismo de gobierno, sino que se trató de la última aparición pública de Evita, visiblemente enferma, y fallecida poco después, el 26 de julio.
Aquel convertible majestuoso era un Packard Super Eight Derham Phaeton de 1939, tal cual su denominación exacta. Y había sido fabricado en los Estados Unidos por expreso pedido del Gobierno argentino en 1939, año en que lo estrenó el entonces presidente Roberto María Ortiz. Desde entonces el auto pasó a formar parte de la flota presidencial.
Con la Revolución Libertadora que derrocó a Juan Domingo Perón en 1955, la suerte del Packard también cambió: pasó a formar parte de los bienes que los militares pidieron destruir ante su directa asociación con el gobierno justicialista. El auto fue confinado a un campo de la provincia de Buenos Aires, y recién fue hallado nuevamente en los años 70. Luego, en 1977, desembarca en los Estados Unidos tras ser adquirido por un coleccionista de aquel país, que lo restauró y le devolvió su status de joya presidencial.
Aquel Packard nunca más volvió al país, ni siquiera para películas sobre los años agitados de la historia argentina o relatos fílmicos sobre el peronismo. Sobre el lujoso descapotable tomó forma la historia sobre el arnés de Evita. Tal cual describen los historiadores más minuciosos de la pareja presidencial, la por entonces Primera Dama pidió instalar un arnés especial sobre el Packard para poder mantenerse de pie, ya que se encontraba muy débil por el cáncer que la aquejaba. Aquella estructura, cuentan, estaba oculta bajo su tapado de piel.
La subasta de la famosa casa norteamericana Mecum, que recibirá ofertas entre el 10 y 18 de julio, no es la primera en la que el descapotable será atracción. En 1983 ya fue vendido en otro remate en Oklahoma, donde lo compraron Raymond y Carol Plaster. Ellos lo guardaron en el garaje de su casa en Arkansas, y comenzaron una segunda restauración que les tomó 19 años y más de 7.000 horas, según declararon en 2004 en un artículo de The Packard Cormorán. “La autenticidad del Packard está bien establecida por las modificaciones del cuerpo, el sello presidencial como marcas en las puertas traseras y el número de motor”, indicaron. En 2018, además, lo tuvo a la venta la casa RM Sotheby´s.
Packard Motor Car Company fue una automotriz de Detroit, Michigan, que fabricó autos desde 1899 hasta 1958. Durante sus épocas de oro, allá por los años 30, los vehículos fabricados por Packard estuvieron altamente valorados entre los modelos más caros y exclusivos, y la marca se posicionó referente de los autos de lujo en Estados Unidos.
La vida de Perón está directamente relacionada con los autos y el automovilismo, actividad que al ex presidente le apasionaba. Entre sus joyas más destacadas ostentó varias motos Siambretta, un Alfa Romeo 1900 CSS Touring, un Giulietta Sprint, un Cadillac El Dorado II que nunca pudo manejar, y una Ferrari 212 Inter Coupé, el deportivo más rápido de aquellos años. Además, impulsó un auto popular de industria nacional, el Justicialista, que se fabricó entre 1953 y 1955 en las Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado (IAME).
El Packard es una pieza de altísimo valor por la trayectoria de la marca y, en este caso, por su enlace con la historia argentina. El 18 de julio se sabrá cuánto están dispuestos a pagar por él.