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Un año de la economía de Alberto Fernández: dólar, Covid, recesión y peleas para tapar el único logro, el arreglo de la deuda
Alberto Fernández prometió reestructurar los vencimientos y lo logró, evitando así el default. Pero la economía no sólo no repuntó sino que acumuló desequilibrios, en parte por el virus pero también por errores propios.
Alberto Fernández finaliza el año con bochazos en el boletín económico. Salvo en inflación, que bajó respecto al 53,8% que dejó Mauricio Macri (el mercado espera 36,7% este año), el resto de las variables se deterioró: PBI, desempleo, salario, reservas y saldo comercial.
Argentina no es una excepción a la regla. La economía global se contraerá 4,2% en 2020 dijo la OCDE hace unos días. Como señaló uno de los directores de la Reserva Federal este año: es más importante usar barbijo que las políticas fiscal o monetaria.
Sin embargo, y pese a los inconvenientes heredados, hubo muchos otros autoinflingidos. El dólar blue se disparó a $ 195, la brecha cambiaria tocó 130% y el Gobierno perdió el saldo comercial en meses.
Martín Guzmán fue el único hombre de la conducción económica que logró un cometido. Acaso le valió un aplauso en la Rosada: reestructuró la deuda.
El dólar a dos velocidades: el oficial y los alternativos
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Infografía: BCRA | DATOS DEL MERCADOClarín
Discípulo de Joseph Stiglitz, elegido de Cristina Kirchner y adoptado por Fernández -el Presidente lo sumó a un viaje a México en noviembre, tras las elecciones, para que le explicara su plan con los acreedores-, este economista de 38 años tenía como hoja de ruta impulsar la economía vía gasto público y patear los vencimientos de la deuda. “En el 2020 no es realista que haya una reducción del déficit fiscal”, dijo en febrero.
“Proyectábamos un déficit de 2% del PBI para el año”, repasa hoy en su archivo Nadín Argañaraz, director del IARAF. “Ahora vemos 7%”.
Las proyecciones y cálculos para 2020 fenecieron en poco tiempo. En el mundo y en Argentina. Pero en el país de lo exagerado, la economía también sobrerreaccionó. La actividad se contrajo 25% en abril, récord histórico. El desempleo saltó a 14%, el más alto en 15 años. La pobreza llegó a 44,2% según la UCA. El salario caerá 3% descontando la inflación, proyecta Analytica. La pendiente del tobogán aquí fue, por lejos, más pronunciada que en la región, salvo Perú.
La recesión causó miserias en la economía. Pero también en la política partidaria y la interna del FdT.
El Gobierno tenía que emparejar la cancha y si iba a contar con menos recursos, los rivales no podían arrancar el partido 2 goles arriba. Quitó recursos a la Ciudad de Buenos Aires, el distrito más autónomo del país. Bajó su coparticipación de 3,75% a 1,4%.
La recesión y la crisis también provocó tensiones dentro del Gabinete.
Martín Guzmán, en su primer año, cerró el acuerdo de la deuda pero ahora enfrenta nuevos desafíos
Miguel Pesce, Matías Kulfas y Cecilia Todesca, tres economistas que venían trabajando con el Presidente en el Grupo Callao, no opinaron en todos los temas como Guzmán.
El ministro puso cash para el IFE y el ATP. El gasto primario creció encima del 90% anual en abril y el déficit fiscal llegó 2% del PBI en 4 meses. Guzmán no dijo nada.
Pero hacía falta más dinero. Y sin más financiamiento a la vista, Pesce-Kulfas apuntaron a los bancos. El Central indujo a un desarme de las Leliq para que prestaran a las pymes.
“De un día para el otro nos encontramos con un montón de pesos pero no teníamos a quién prestárselos”, cuentan en uno de los bancos más grandes del país. “Muchas pymes no son sujetas de crédito”.
Como dijo el ex viceministro de Economía Emmanuel Alvarez Agis: la política económica en Argentina enfrenta un límite a la hora de reaccionar y es el alto grado de informalidad. Además, nadie quiere pesos.
“El Gobierno intentó hacer en paralelo al estímulo fiscal otro estímulo, de tipo monetario que implicaba forzara los bancos a un desarme de Leliq y al mismo tiempo se bajó la tasa de pases pasivos para incentivarlos a que den crédito”, pasa en claro Federico Furiase, de Eco Go. “Fue un fogonazo para la brecha cambiaria”.
En La Cámpora criticaron a Pesce. ¿Error de cálculo?Ahí nomás se fue Alejandro Vanoli, titular de la ANSeS.
El monstruo de dos cabezas asomó: la brecha pasó de 30% a 64%.
Se empezó a hablar del dólar. Justo en el momento en el que el Gobierno debía cerrar su promesa de campaña: la negociación de la deuda.
La largada de esa carrera había comenzado en abril. Pero una respuesta floja de los acreedores a la oferta oficial estiró la negociación cuatro meses.
Guzmán, celoso de su agenda y rodeado de tecnicismos a la hora de hablar, se recostó en Sergio Chodos (un economista de renombre y reconocido en La Cámpora que introdujo a Guzmán en los espacios del peronismo en 2015-2019). Ambos se conocieron en un seminario de la deuda en Nueva York por 2014. Hoy es el representante en el FMI y negocia con el organismo el nuevo acuerdo. También fue clave en la deuda.
Miguel Pesce y un año en el que las reservas cayeron y la brecha cambiaria aumentó. En la pandemia indujo un desarme de Leliq que tuvo consecuencias isobre el tipo de cambio.
En el power point de Guzmán de diciembre de 2019 decía que en marzo de 2020 el asunto estaba arreglado. La pandemia demoró la operación. Pero las sucesivas mejoras a la oferta fueron insuficientes. En el medio Guzmán debía explicar por qué el Gobierno quería intervenir Vicentín.
Economía extendió la fecha del canje cinco veces a la vez que cayó en default selectivo. El 3 de agosto se selló el acuerdo. “La estructura de los nuevos títulos resultó muy beneficiosa para Argentina en términos del alivio de vencimientos de capital e intereses conseguido”, comenta Jorge Neyro, analista de la consultora ACM.
Con la deuda encaminada, la brecha cambiaria no cedió. Y las reservas cayeron a la mitad. En agosto la cuenta corriente cambiaria arrojó un resultado negativo US$ 462 millones y la cuenta capital US$ 453 millones.
¿Qué había pasado? ¿mal manejo? ¿pesada herencia? ¿el Covid?
Fernández recibió una economía en recesión y con un cronograma de vencimientos imposible de cumplir. Al menos para la confianza que despertaba su gobierno. A favor, no tuvo que poner el cepo y heredó una economía con baja monetización que permitió a Pesce emitir pesos sin subir más la inflación.
En abril de 2018 las reservas netas eran US$ 37.000 millones. A las PASO quedaban sólo US$ 18.000 millones, y a las elecciones de octubre, cuando finalmente se puso el cepo, US$ 10.000 millones. Hoy quedan US$ 2.500 millones y una cantidad de pesos en relación a las reservas que es cinco veces más a la de la era Macri.
Una de las primeras medidas del nuevo gobierno fue establecer el impuesto PAIS, el recargo de 30% para la compra de dólares y los gastos con tarjeta en esa moneda. El dólar ahorro saltó de $ 63 a $ 81,90.
En el Gabinete se echaron culpas.
Pesce decía que la incertidumbre había sido producto de la negociación larga de la deuda. Guzmán, que el banco debía frenar la bajar de tasas.
Ambos apostaron a septiembre a relanzar la economía. Lo único que se relanzó fue el dólar.
El ministro anunció un proyecto de Presupuesto con un déficit fiscal 4,5% del PIB financiado en un 70% con emisión monetaria. Y Pesce un mayor control del cepo: restringió más el acceso al dólar-ahorro con el anticipo de Ganancias (4 millones de personas llegaron a comprar en agosto) y promovió que las empresas privadas reestructuren la deuda en moneda extranjera que tenían como fecha de repago entre octubre y marzo.
La brecha pasó de 80% a 130% en un santiamén. Y el saldo comercial base caja se evaporó en dos meses.
El gran desafío que viene para 2021: el acuerdo con el FMI.
Como dice Marina Dal Poggetto, la política se asustó. El kirchnerismo aceleró la negociación con el FMI, Cristina Kirchner publicó una carta hablando de la necesidad de un acuerdo, y del dólar.
También se asustaron Guzmán y Pesce. Ahí se coordinaron. Economía pidió (¿exigió?) a las sociedades de Bolsas que no operaran por unos días, Pesce compró bonos con reservas y los vendió en simultáneo contra pesos y Guzmán emitió títulos en dólares y atados al IPC.
Cuando vino al país una misión del FMI, un mes atrás, el Gobierno ofrendó en la alfombra roja que Argentina iba a buscar un Programa de Facilidades Extendidas con el FMI, se lanzó un programa fiscal financiero y monetario hasta diciembre (poniendo una cota implícita al déficit fiscal de 2020 en 7% del PIB y no 8,3% como decía el Presupuesto), se avanzó con una batería de decisiones fiscales como el recorte del IFE y la reducción del ATP. También se avisó que en marzo arrancaría el descongelamiento de tarifas y se achicó el programa de precios máximos. Máximo Kirchner se sacó una foto junto a Guzmán mostrando una nueva fórmula de movilidad jubilatoria.
Hay un debate sobre si hace unos días el FdT sobreactuó con la carta de los senadores al FMI y el cambio de la fórmula de jubilaciones de Guzmán. ¿Se pueden ganar las elecciones firmando un plan con el FMI?
No se puede ganar las elecciones con el dólar subiendo y en recesión.
La economía no da señales de recuperación. ¿La habrá?
La actividad creció 13.2% en el tercer trimestre en relación al trimestre anterior, “una recuperación más fuerte de la esperada”, dice Andrés Borenstein, de Econviews. “Para octubre nuestro modelo está dando un crecimiento mucho más moderado, en torno a medio punto, y noviembre y diciembre no serían mucho mejores. Mejoramos casi un punto la performance desde -11,6 a -10,7%. No se ve un boom de consumo para la recuperación”.
Fernández, en su primer año, evitó el default y reestructuró la deuda. Pero la economía está en falsa escuadra. Y más respecto a un año atrás.