Vaca Muerta posee uno de los reservorios más importantes del mundo. Pero no se hacen las obras para que esa producción llegue al resto del país y los puertos.
Argentina está sufriendo la suba de los precios energéticos, a raíz de la invasión rusa a Ucrania. El GNL -gas que se traslada en barcos- viene en un sendero de alza imparable. Esa energía que el país compra en los inviernos puede llegar a costar siete veces más en mayo de 2022 en relación a 2021.
De US$ 1.000 millones que se gastaron en 2021 para adquirir gas extranjero, ahora se puede pasar a cerca de US$ 7.000 millones, si continúa la tendencia alcista del petróleo y gas por el conflicto en Ucrania.
¿Por qué el país compra gas importado si posee Vaca Muerta, donde se encuentra una de las reservas de gas más importantes del mundo? La respuesta está en el foco que pusieron las distintas administraciones al desarrollo del gas local.
“Hay seis veces más reservas en Vaca Muerta que todo el gas que se necesita en los próximos 20 años“, explicó Marcos Bulgheroni, CEO de Pan American Energy (PAE) en una disertación. Ese dato está corroborado por decenas de expertos, empresas internacionales, consultoras de energía.
Pero la mayor parte del gas que está en Vaca Muerta no tiene cómo ser evacuado. Es decir que, una vez que se consigue, las productoras no tienen como circularlo hacia el resto del país o al mundo. Es una suerte de cuello de botella.
Los proyectos energéticos suelen tener rendimientos a mediano y largo plazo. Pero los gobiernos locales tienden a mirar los resultados muy inmediatos. Y eso genera consecuencias.
Argentina paga el gas local a US$ 3,50 a las empresas nacionales que los producen en Vaca Muerta. En cambio, cuando lo importa, pagó el doble (promedio de US$ 8 en 2021). Desde que arrancó 2022, está a más de US$ 20. Y desde el conflicto ucraniano, no baja de los US$ 50.
Argentina consume un 84% de gas de producción nacional y un 16% importado. De la cuota que viene del extranjero, casi el 60% es de GNL. En invierno, el gas extranjero representa un 27% del consumo. Desde mayo hasta agosto, el país compra energía importada.
El kirchnerismo, en las gestiones de Cristina Fernández de Kirchner, fue impulsor de la compra de gas extranjero en cantidades récord, alcanzando los US$ 51.000 millones.
La administración de Mauricio Macri puso estímulos a la producción de gas nacional, reconociéndole un precio mayor al internacional. Pero, durante el último año de mandato, hubo modificaciones en esos “premios” al gas de Vaca Muerta, alterando ese programa. El programa fue criticado por el kirchnerismo en la oposición, por considerarlo demasiado benévolo para las empresas.
El país venía importando GNL a través de dos terminales: Escobar y Bahía Blanca. La administración de Cambiemos despidió el buque importador que estaba en Bahía Blanca. En cambio, YPF instaló allí su propia operación de exportación de GNL, en sociedad con una firma extranjera.
El gobierno de Alberto Fernández desarmó esa actividad exportadora. Terminó el contrato de exportación de GNL en Bahía Blanca, y además volvió a habilitar esa terminal para importaciones.
La administración anterior también se propuso solucionar el problema de la evacuación del gas-los problemas para llevarlo de Neuquén al resto del país- a través de la licitación de un gasoducto central. Fue una propuesta de Gustavo Lopetegui, último secretario de Energía de Macri, hacia el final del mandato de Mauricio Macri.
El actual oficialismo no impulsó esa licitación. Ahora la retomó con modificaciones y la defiende a capa y espada. Pero ese ducto recién podría estar listo -con suerte- para el próximo invierno. Durante los próximos meses de frío (entre mayo y agosto), habrá que recurrir a gas extranjero.
En marzo de 2020, cuando se inició la pandemia por el COVID-19, los precios energéticos se derrumbaron. Hubo un día en que la cotización del petróleo era negativa: las petroleras tenían que pagar (en lugar de cobrar) para que alguien les guardara su producto. Allí Argentina retomó las importaciones, entendiendo que el precio del gas importado estaba barato.
También hubo una diferencia conceptual entre Cambiemos y el kirchnerismo. La política de Mauricio Macri fue que la boleta de gas cubra la mayor parte del costo del gas (planeaba que la cobertura llegara a ser del 66% en 2019), mientras que Cristina Fernández de Kirchner terminó con un cuadro tarifario de gas (en 2015) que cubría el 7% del costo.
Los problemas del gas importado también impactan en los costos eléctricos. Cuando las generadoras no poseen gas, recurren a combustibles líquidos importados. Esta operación también es muy costosa, genera salida de dólares y evita potenciales ahorros fiscales que se hubieran logrado con mayor gas local.
“En 2021, el sobrecosto (o potencial ahorro) de sistema de gas natural fue de US$ 2066 millones, frente a U$ 642 millones en 2020 y US$ 1041 millones en 2019. La mitad del sobre costo es atribuible al uso de combustibles líquidos para la generación eléctrica”, explicó el ex ministro de Energìa Juan José Aranguren.